Agenda: El mar desde Bellesguard

Por Ferran Garcés

Si miramos un mapa de Barcelona, la Torre Bellesguard es el edificio de Gaudí más alejado del puerto. Entonces, ¿por qué hablamos hoy del mar? En primer lugar, para hacernos eco del Día Marítimo Mundial, que, desde 1980, se celebra el cuarto jueves de septiembre, y, por lo tanto, hoy. En segundo lugar, para recordar la relación histórica de Bellesguard con el mar, aunque no lo parezca por su ubicación en la falda de la sierra de Collserola.

Un arquitecto marítimo

Gaudí habló del mar en diferentes ocasiones, hasta el punto de confesar: “Si no hubiera podido ser arquitecto, lo que más me habría gustado habría sido la construcción naval” (1). Tal vez por esta razón, también confesó: “Necesito ver el mar a menudo, y muchos domingos me voy al rompeolas (de Barcelona). El mar es lo único que me sintetiza las tres dimensiones -espacio-. En su superficie, se refleja el cielo, y a través de ella veo el fondo y el movimiento” (2). En otra conversación, Gaudí aprovechó para recordar que uno de sus abuelos había sido marinero, parte esencial de su formación, junto con la de caldereros del resto de la familia, porque ambas profesiones “son gente de espacio”, es decir, con capacidad para sintetizar (3).

Un castillo orientado al mar

Bellesguard es una de las obras más personales de Gaudí, y como tal, no podía dejar de reflejar la personalidad marinera del arquitecto. Lo hace a través del pasado de la finca, arraigado en la época del Casal de Barcelona, cuando la ciudad condal era uno de los centros estratégicos del Mediterráneo.

Dejemos de nuevo que Gaudí se exprese con sus propias palabras: “El mar es el gran camino que une a los pueblos, las montañas son las más grandes aisladoras” (4). Ahora bien, Collserola es una montaña diferente: mira al mar, como el resto de colinas que rodean Barcelona. La misma fundación mítica de la ciudad gira en torno a la llegada por mar de Hércules, el héroe griego. Desde entonces, mucha gente de mar ha pasado por el puerto de la ciudad. Su relación no siempre ha sido cordial. Gaudí no se engañaba: “El mar es el comercio, pero también la invasión” (5), dos constantes durante el reinado de Martín I el Humano, el monarca que mandó construir el antiguo castillo de Bellesguard. El castillo donde, entre 1409 y 1410, debían ir los emisarios que venían de islas como Mallorca y Sicilia para tratar asuntos “de comercio e invasión”.

Será en este castillo donde Martín I, aficionado a observar el Mediterráneo desde las ventanas del castillo, verá acercarse a Barcelona dos barcos. En uno de ellos, venían los mensajeros que le traerán la noticia de la victoria de su hijo, Martín el Joven, en la batalla de Sanluri, ocurrida en la isla de Cerdeña. En el otro, los mensajeros le comunicarán la muerte de este hijo pocos días después (6). Alrededor de 1916, Domènec Sugrañes, amigo y colaborador de Gaudí, añadirá al jardín de Bellesguard un banco decorado con símbolos que hacen referencia a la llegada de estos barcos, así como otro hecho relacionado con el esplendor de Cataluña durante la Edad Media. Nos referimos al momento en que el almirante Roger de Llúria dijo aquello de que ningún pez osará levantarse sobre el Mediterráneo sin llevar el escudo y la enseña del rey de la corona de Aragón y de Sicilia.

Luz y vistas panorámicas

La presencia del mar en Torre Bellesguard no es solo simbólica. También podemos experimentarla de manera física, cuando subimos a la azotea de la torre. Una vez allí, entenderemos perfectamente el nombre de la propiedad: “Bellavista”, debido a la impactante panorámica del llano de Barcelona y su litoral. Por otro lado, la azotea es un lugar ideal para recordar la peculiar definición de luz según Gaudí: “La virtud está en el punto medio; Mediterráneo significa en medio de la tierra. En sus riberas de luz media y a 45 grados, que es la que mejor define los cuerpos y muestra la forma, es el lugar donde han florecido las grandes culturas artísticas, debido al equilibrio de esta luz: ni mucha ni poca” (7).

Por otro lado, la relación del mar con Bellesguard la encontramos en detalles menos visibles a primera vista, como la cruz de término en el camino de entrada a la finca. En su pedestal cerámico, de color blanco y azul, volvemos a ver un motivo marítimo: las olas del mar, y, en el extremo final de la estructura de hierro, una cruz de Malta, motivo simbólico que nos transporta de nuevo a una de las muchas islas del Mediterráneo, el mar que el rey Martín observaba desde su castillo. El mar que Gaudí necesitaba ver a menudo. El mar que Torre Bellesguard no deja de evocar, de manera simbólica y física, el mismo mar de ayer y el mismo mar de hoy…

Notas

(1) Puig-Boada, Isidre (1980) El pensamiento de Gaudí. Compilación de textos y comentarios, Barcelona, Publicaciones del Colegio de Arquitectos de Cataluña, p. 92.

(2) Ibíd, p.91.

(3) La frase completa de Gaudí es: “Yo tengo esta cualidad de ver el espacio, porque soy hijo, nieto y bisnieto de caldereros. Mi padre era calderero; mi abuelo, también; mi bisabuelo, también; en casa de mi madre eran caldereros; su abuelo era tonelero (que es lo mismo que calderero); un abuelo materno era marinero, que también son gente de espacio y de situación. Todas estas generaciones de gente de espacio dan una preparación”.

Más información sobre  la frase y este abuelo marinero: Massó, Jaume (junio, 2019), “Antoni Gaudí Cornet”, en VV.AA, Los arquitectos modernistas del Campo de Tarragona, Silva Editorial, Tarragona, p. 76.

(4) Ibíd, p. 92 (“Mar i races”)

(5) Ibíd, p. 92 (“Llevant, Ponent”)

(6) Garcés, Ferran (26 de julio, 2024), “Tal día como hoy: nacimiento y muerte de un rey”, en nuestro blog.

(7) Puig-Boada, Isidre (1980), Op. cit., p. 91.