septiembre 11, 2025

Por Ferran Garcés

Antoni Gaudí delante de la Catedral de Barcelona, durante la procesión de Corpus de 1924, como miembro del Cercle Artístic de Sant Lluc. | ANC. Autor: Brangulí

La catalanidad de Antoni Gaudí es un tema clave para entender la obra, vida y legado del arquitecto. Ahora bien, no es un tema que se haya estudiado en profundidad ni cuya divulgación haya sido suficientemente efectiva. En primer lugar, cabe mencionar la falta de documentos directos para estudiarla, dado el carácter reservado del arquitecto, que nunca quiso formar parte de ningún partido ni polemizar en artículos o conferencias. En consecuencia, se conservan pocos testimonios de primera mano. La mayoría son anécdotas y frases referidas por terceros, interpretadas de muy diversas maneras.

Una entrevista excepcional

Uno de los pocos testimonios directos es una entrevista concedida por el arquitecto el 9 de agosto de 1917, pocos días después de la muerte de Enric Prat de la Riba, el primer presidente de la Mancomunidad de Cataluña. La entrevista, sin embargo, no se publicó hasta el 15 de diciembre de 1919, el tiempo necesario para burlar la censura. Desafortunadamente, la revista donde apareció el texto, Vila-nova era una publicación local sin demasiada difusión (1). En ella, Gaudí concluye diciendo que el gobierno de Prat de la Riba había “demostrado que Cataluña sabía gobernarse dentro de la más estricta escasez de medios de gobierno (…) con perennes inconvenientes, estorbos, presiones del Estado central” (ver el texto completo: la entrevista a Gaudí). No obstante, la catalanidad de Gaudí trasciende esta opinión, involucrando muchos otros factores. El primero de ellos es la historiografía de su estudio.

Un tema incompleto y reciente

La conexión de Gaudí con Cataluña era tan fuerte que su entierro fue multitudinario, como poco antes lo habían sido los de Jacint Verdaguer, Isaac Albéniz y Àngel Guimerà (ver: los funerales de una época). A pesar de ello, tras ese sepelio, durante un largo periodo de tiempo, el arquitecto, e incluso el propio modernismo, cayeron en una especie de marasmo Al recuperarse el interés, el aspecto catalanista de Gaudí siguió arrinconado.

El estudio de la catalanidad de Gaudí es un tema muy reciente. Uno de los primeros libros en abordarlo data de 1993: Antoni Gaudí, independentista, de Agustí Giménez i Camins, Edicions C. Otra publicación pionera en el tema salió en vísperas de la Diada de 2013, en la revista El Temps. Ese día, se publicó el primer reportaje extenso sobre Torre Bellesguard, coincidiendo con la apertura al público de esta obra. La última parte del reportaje llevaba un título significativo: “Gaudí, un independentista censurado”. Este artículo, firmado por Gemma Aguilera, se hacía eco del libro de Agustí Giménez y de la entrevista publicada por el diario Villa-Nova, que hemos mencionado anteriormente (ver el texto completo: un independentista censurado). Con todo, la catalanidad de Gaudí implica muchos otros matices.

“Patria, fe y amor”…

El lema de los Juegos Florales rescatados por la Renaixença, el movimiento cultural que vivieron Gaudí y sus principales amigos, mecenas y colaboradores, era: “Patria, Fe y amor”. Estas tres palabras son, seguramente, el mejor resumen de la catalanidad de Gaudí. Empezaremos por la patria…

La patria: compromiso cultural y resistencia cívica

Entre las últimas publicaciones sobre Gaudí destaca la editada en 2018. La firma Joan Torres Domènech y, una vez más, el título es bastante significativo: El Gaudí que no nos han explicado, Cossetània edicions. Entre los distintos puntos que trata, elegimos uno que desmiente el falso mito de Gaudí, descrito a menudo como un místico alejado del mundo. ¡En absoluto! Desde su juventud, Gaudí se mostró extraordinariamente interesado en los asuntos públicos. Por esta razón, formó parte activa de las principales entidades de su tiempo, como la Associació Catalanista d’Excursions Científiques, y estuvo presente en la organización de distintos eventos culturales, como los Juegos Florales de 1883 y 1907 (2).

Ahora bien, mientras aceptaba de buen grado las responsabilidades de gestión de eventos culturales, huía de los compromisos oficiales. Cuando la Lliga Regionalista le ofreció formar parte de su lista para las elecciones, se negó rotundamente a participar. Aun así, firmó un manifiesto a favor de este partido y, en la mencionada entrevista en la revista Vila-Nova, elogió la labor de Prat de la Riba, su fundador (3).

Sin embargo, ante una situación injusta, nunca dudó en protestar. Por esta razón, al menos en cuatro ocasiones, Gaudí se enfrentó con representantes del orden. La más famosa es la detención que sufrió el 11 de septiembre de 1924, cuando quería asistir a la misa en honor de los caídos durante el sitio de 1714 que se celebraba en la Basílica de los Santos Justo y Pastor (4).

A la pregunta, “¿Gaudí cree en la independencia de Cataluña?”, Joan Torres Domènech considera que la respuesta es no. Siguiendo a Enric Prat de la Riba, en su libro La nacionalitat catalana (1906), la concepción de España de Gaudí se encamina hacia el federalismo. Por otro lado, el arquitecto fue muy critico con el gobierno de Madrid (5).

La fe: espiritualidad crítica y catalanidad religiosa

El lema de los Juegos Florales rescatados por la Renaixença, el movimiento cultural que vivieron Gaudí y sus principales amigos, mecenas y colaboradores, era: “Patria, Fe y amor”. La segunda palabra, fe, es aún más compleja que la primera. Si ya es complicado explicar la actitud política, o “patriótica”, de Gaudí, aún lo es más abarcar la relación de ese pensamiento político con la religiosidad del artífice de la Sagrada Família o la cripta de la colonia Güell.

En primer lugar, hay que recordar que Gaudí no siempre fue tan religioso (ver: de dandi a santo). Es sólo hacia el final de su vida cuando su fe se intensifica. En segundo lugar, como escribe Gemma Aguilera, mencionada un poco más arriba, “a pesar de su religiosidad, Gaudí no se privó de criticar a la Iglesia por su falta de catalanidad” (6). En consequencia, fue muy cuidadoso con la conexión que estableció con los círculos eclesiásticos, sin dudar en discutir cuando algo no le parecía correcto. En otras palabras, es cierto que Gaudí puso su imaginación y talento al servicio de la fe católica, pero también lo es que fue muy personal en la manera de interiorizar y expresar esa fe.

Las principales asociaciones con las que se identificó Gaudí son el Cercle de Sant Lluc y la Lliga Espiritual de la Mare de Déu, dos entidades conservadoras y, a la vez, catalanistas, que se fundaron poco antes de que el arquitecto comenzara Torre Bellesguard en 1900. Su promotor, el obispo Torras i Bagués, amigo personal de Gaudí, hizo famoso el lema: “Cataluña será cristiana o no será”. No es casual que los primeros propietarios de Torre Bellesguard, los Figueras, también fueran miembros de estas asociaciones. Otra coincidencia, nada casual: la Moreneta, la célebre Virgen de Montserrat, había sido declarada patrona de Cataluña en 1881 por el papa León XIII, y Bellesguard está lleno de símbolos marianos, como la estrella de ocho puntas de la fachada principal, símbolo, a la vez, de la Inmaculada Concepción y de los Reyes Magos. Un símbolo rodeado por distintas variaciones de las cuatro barras de la senyera, destacando la que domina el pináculo.

El amor: símbolos locales y universales

El lema de los Juegos Florales rescatados por la Renaixença, el movimiento cultural que vivieron Gaudí y sus principales amigos, mecenas y colaboradores, era: “Patria, Fe y amor”. Ahora nos toca hablar del amor. Sea como sea, más o menos independentista, más o menos atraído por  la idea de una Cataluña católica, lo que nadie puede poner en duda es el amor de Gaudí por su tierra. A la larga, lo que más ha perdurado del legado del arquitecto son los símbolos resultado de ese amor, así como las formas con las que les dio forma, combinando, al mismo tiempo, referencias a la naturaleza, a la historia y al culto del pueblo catalán.

En todos sus edificios, Gaudí dejó patente ese sentimiento de amor hacia Cataluña, siendo en Torre Bellesguard, quizás, donde se plasman con más intensidad (ver: Bellesguard, el homenaje de Gaudí a Cataluña). Una obra donde no solo los símbolos hablan del pasado de Cataluña, sino que el lugar, por sí mismo, ha sido escenario de hechos históricos tan destacados como los últimos años de Martí I el Humano, el último miembro del Casal de Barcelona, y de Joan Gualbes, uno de los héroes del sitio de 1714, enterrado en la Basílica de los Santos Justo y Pastor, la iglesia a la que quería ir Gaudí cuando fue detenido en la Diada de 1924.

Hoy, la Torre Bellesguard mantiene viva esa memoria a través de sus visitas y actividades. Un legado de patria, fe y amor que perdura en uno de sus escenarios a lo largo del tiempo. En el corazón de Cataluña. Bellesguard no es solo arquitectura. Es historia viva de Cataluña. Estamos abiertos, ¡ven a descubrirla!

Notas

(1) Redacción (7/06/2025), “Gaudí: Parlar català és un obligat homenatge al nostre origen”, revista Catorze14. Cultura viva. En este artículo se explican no sólo las ideas de Gaudí sino también se dan detalles sobre el autor de la entrevista y otros aspectos relacionados con ella.

(2) Torres Domènech, Joan (2018), El Gaudí que no nos han explicado, Cossetània edicions, Valls, p. 85-86.

(3) Ibid. p. 87

(4) Ibíd. p. 88-91

(5) Ibíd. p. 94

(6) Aguilera, Gemma (10/9/2013), “Gaudí, un independentista censurat”, revista El Temps, p. 29.