La música en tiempos de Gaudí: retorno al origen… 

Por: Ferran Garcés

Para terminar nuestra serie sobre la música en la época modernista, haremos mención a uno de los aspectos menos conocidos de aquel tiempo. Un aspecto que podemos encontrar presente en el funeral de Gaudí, celebrado hoy hace casi cien años… 

Funeral de Gaudí. Font: Joan Bassegoda i Nonell, El gran Gaudí, Ed. Ausa, Sabadell, 1989. Wikipedia

Hagamos un poco de memoria. El 7 de junio del año 1926, que entonces caía en lunes, el arquitecto había sido atropellado por un tranvía. Al principio, lo confundieron con un mendigo. Morirá el jueves día 10. Su entierro, el sábado 12, fue digno de un rey. El acto final tuvo lugar, como no podía ser de otra manera, en la Sagrada Familia, donde sería enterrado. Los encargados de la música fúnebre fueron los miembros del Orfeó Català, dirigidos por su fundador, Lluís Millet, una de las principales figuras de la música en época modernista (ver: el Palau de la Música Catalana). Podemos ver una escena de aquella ceremonia en la imagen que mostramos en la cabecera del artículo. La pieza elegida fue el Réquiem de Tomás Luis de Victoria, máxima representante de la polifonía del Renacimiento español. Pronto veremos que no fue una elección casual… 

Gran amigo de Gaudí, Millet había llevado una de las cintas del ataúd durante toda la procesión fúnebre, que comenzó en el Hospital de la Santa Creu, el centro donde había sido atendido el arquitecto. Debió ser un momento de fuertes emociones para el compositor. Durante años, los dos amigos habían caminado muchas veces juntos. De hecho, existe una foto de ellos dos paseando junto a la Sagrada Familia, un templo que entonces apenas comenzaba a alzarse (para el lector interesado, recordar la existencia del “Fons Lluís Millet i Pagès”, en el Centro de Documentación del Orfeó Català, lleno de imágenes de aquella época: CDOC).

La comitiva fúnebre de Antoni Gaudí por las calles de Barcelona el 12 de junio de 1926. Fuente: Casa Batlló.

 

Foto izq: Lluís Millet y Antoni Gaudí delante de la Sagrada Família, ca. 1915. Autor desconocido. Fuente: Archivo Lluís Millet i Pagès. Foto dcha: La Sagrada Família, ca. 2026. Fuente: web Arquitectura Catalana.

Y ahora, hecho el preámbulo, ya podemos entrar en el tema que nos ocupa hoy. Los dos amigos compartían, sobre todo, una gran pasión por el canto gregoriano, la música sacra de la Edad Media, y la polifonía del Renacimiento, dos estilos que poca gente asocia con el modernismo catalán, pero que gozaron de una gran consideración en aquel momento, aunque sea un tema poco estudiado y divulgado (1). 

En la siguiente foto, podemos ver a Gaudí y Millet entre los participantes del primer curso de canto gregoriano en el Palau de la Música Catalana, celebrado en junio de 1916. Lo impartió Gregori Maria Sunyol, un monje de Montserrat venido a Barcelona solo para este fin. 

Curs superior de Cant Gregorià,. Palau de la Música Catalana, juny 1916.

Retorno a los origenes

El canto gregoriano y polifónico en la época modernista hace pensar en la frase más famosa del arquitecto: “La originalidad consiste en el retorno al origen, así pues, original es aquello que vuelve a la simplicidad de las primeras soluciones”, ya que, exactamente, es lo que ocurrió mientras Gaudí construía la Sagrada Familia… 

A lo largo del siglo XIX, la música religiosa se había vuelto demasiado sofisticada, con una creciente presencia de cantantes profesionales e instrumentos propios de la música profana. A finales de este siglo, un grupo de monjes creó el movimiento llamado “cecilianismo” (nombre derivado de santa Cecilia, patrona católica de la música). Su objetivo era recuperar la simplicidad de la música original de la liturgia católica, es decir, el canto gregoriano y algunas piezas polifónicas del Renacimiento, como las obras de Tomás Luis de Victoria… 

Finalmente, el 22 de noviembre, día de Santa Cecilia, del 1903, el mismo año en que Gaudí finalizaba la Torre Bellesguard, el papa Pío X promulgó el Motu Proprio Tra le sollecitudini, un influyente decreto que fijaba las bases del retorno a la pureza de la primera música cristiana (2). En Cataluña, la causa encontró muchos defensores, a pesar de que, como ya hemos dicho, el tema ha sido poco estudiado y aún menos divulgado. Recientes estudios demuestran como Gaudí fue un testigo activo de este ambiente musical, que incorporó tanto a su obra como a su rutinas diarias (3)

Tomás Luis de Victoria, menospreciado durante mucho tiempo, fue recuperado por Felip Pedrell, el principal musicólogo en tiempos de Gaudí. Según el mismo nos cuenta, de niño “había recibido sus primeras impresiones musicales”, escuchando o cantando algunas obras del músico renacentista. En agradecimiento, de mayor, recopiló todas sus obras (4). Uno de los placeres de los melómanos contemporáneos de Gaudí fue escuchar de nuevo aquella música perdida.

Otro promotor de la música recomendada por Pío X fue Lluís Millet, el gran amigo de Gaudí, pero también de Pedrell (5). Millet es famoso por haber fundado el Orfeó Català y el Palau de la Música Catalana, como vimos en nuestro anterior artículo (enlace: Visita al Palau de la Música Catalana). Lo que no se sabe tanto es que Millet, al igual que Gaudí, era un ferviente creyente, y como tal, el líder en la implementación de la reforma litúrgica derivada del Vaticano. No en vano, Millet también fue miembro de la Comisión Diocesana de la Música Sagrada de Barcelona y el director de la capilla de una iglesia famosa por ser el destino al que se dirigía Gaudí el día que fue atropellado, un lunes 7 de junio…  

La iglesia preferida de Gaudí 

Sí. En efecto, hablamos de la iglesia de Sant Felip Neri, el templo favorito del arquitecto, ya que, en él, se reunía con sus amigos y compañeros de canto. De hecho, en esta iglesia hay un cuadro bastante excepcional (enlace: Gaudí santo). Lo pintó Joan Llimona, uno de los grandes artistas modernistas y, como Gaudí, un feligrés habitual de Sant Felip Neri. A pesar de la célebre timidez del arquitecto, por amistad, Gaudí se prestó a hacer de modelo del rostro del santo italiano. En el cuadro vemos al arquitecto en una montaña, en compañía de un grupo de chicos cantando y con instrumentos musicales. La imagen rememora el origen del género musical de oratorio, que nació dentro de la Congregación del Oratorio de San Felipe Neri, conocida también como oratorianos. De hecho, Tomás Luis de Victoria, que viajó a Roma para consagrarse como sacerdote, hacia 1578, formó parte de esta congregación durante un tiempo y convivió con su fundador, Felipe Neri, cuando aún no había sido declarado santo.

 

Sant Felip Neri y los jovenes al Gianicolo. Cuadro en l’Oratori de Sant Felip Neri de Barcelona.

Ahora resulta más fácil entender por qué aquel mes de junio del año 1926, Gaudí se dirigía hacia Sant Felip Neri, siguiendo un hábito bien arraigado, porque Gaudí no iba solo a “escuchar” música sino a “cantarla”. Otro participante del curso de canto gregoriano al que ya hemos hecho mención fue Francesc Pujol, compositor y musicólogo que fue maestro de capilla auxiliar de la iglesia de Sant Felip Neri. 

La música del cielo 

Gaudí estaba en contra de que las misas fueran cantadas por coros y solistas profesionales, que convertían a los asistentes en simples espectadores. Decía: “El pueblo canta, si no el himno patriótico el himno revolucionario; si no el canto religioso, el canto blasfemo y obsceno. Es necesario, pues, que el pueblo tome parte en los cantos de la Iglesia” (6). También afirmó: “Dice el Evangelio y también dice san Pablo que el sentido del oído es el sentido de la Fe” (7). 

Otro día de junio, el 29, del año 1922, Antoni Gaudí visitó el Orfeó Català de Barcelona. Allí le solicitaron su autógrafo en el libro de oro de la entidad (8). El arquitecto, que también era un buen dibujante, improvisó una alegoría de Orfeo, el mítico héroe griego, tocando el arpa y rodeado de animales. Bajo la ilustración escribió la siguiente dedicatoria: “En el Cielo todos seremos Orfeonistas”.

Autor: Antoni Gaudí, “Al cel tots en serem d’orfeonistes. D(ia) de S(ant) Pere, 1922. Fuente: CEDOC

Notas 

(1) Aviñoa, Xosé (1999), Historia de la Música Catalana, Valenciana y Balear, IV. Del modernismo a la Guerra Civil (1900-1939), Edicions 62, Barcelona, pp.189-210 

Sobre el funeral de Gaudí, se puede encontrar un buen número de fotos y detalles, en: Tarragona i Clarasó, JM (2016), Gaudí. L’arquitecte de la Sagrada Família. Biografia Breu, Torsimany Books, Barcelona, pp. 358-365

(2) Se puede consultar el texto completo en: Del Toro, Raúl (22/11/2014), “San Pío X y la música litúrgica. 2- El motu proprio Tra le sollecitudini”, web info católica. 

(3) Gustems-Carnicer, J., Calderón-Garrido, D., Arús-Leita, E. (2018), “El aliento invisible: Música y sonido en la obra de Gaudí”, Barcelona, Research, Art, Creation, 6 (1) 72-89 

(4) Pedrell, Felipe (1918), Tomás Luis de Victoria, abulense : biografia, bibliografia, significado estético de todas sus obras de arte polifónico-religios, Biblioteca Villar, Valencia, pp. 9-10

(5) Durante un tiempo, Lluís Millet intentó que se representará una obra de Felip Pedrell en el Park Güell, que justo entonces se construía. Se han conservado las cartas de aquel projecto, por desgracia fallido: Millet i Loras, M. Dolors,”Lluís Millet a Felip Pedrell, Epistolario”, Recerca Musicológica, VI-VII, 1986-1987, pp. 261-342.

(6) Bergós i Massó, Joan (edición 2011), Gaudí. El Hombre y la Obra, Lunwerg. Barcelona, p. 44 

(7) Puig-Boada, Isidre (1981), El pensamiento de Gaudí. Compilación de textos y comentarios, Colegio de Arquitectos de Cataluña, Barcelona, p. 226 

(8) Grassot, Marta (5/02/2021), “El libro de oro del Orfeó Català”, web del cedoc