Las cruces de Bellesguard

La cruz es uno de los símbolos más influyentes en el ámbito histórico, religioso y artístico. Estamos en medio de dos días señalados para hablar de él. El 3 de mayo, según el rito romano, se celebró la Invención de la Santa Cruz (del latín invenio, “descubrir”), y el 21 del mismo mes, según el rito bizantino, se celebrará la festividad de su descubridora, Santa Elena. Ambas efemérides parecen arraigarse en una tradición aún más antigua, el culto al árbol de mayo (conocida también como “May Day”, “Palo de Mayo”, “Festividad de los Mayos”, o, sencillamente, los “Mayos”). 

Un breve contexto. El año 313, el emperador romano Constantino legalizó el cristianismo. Poco después, en el año 326, su madre, Elena de Constantinopla, la futura Santa Helena, peregrinó a Tierra Santa para conocer de primera mano los lugares de la pasión de Jesucristo. Se le atribuye a ella la excavación que recuperó el lingum crucis (literalmente, en latín, “madera de la cruz”), también conocida como la Santa Cruz o la Vera Cruz, para distinguirla de las cruces de los dos ladrones entre los cuales fue colgado Jesús. En poco tiempo, el culto de la cruz se impondrá a la celebración pagana del Árbol de Mayo, aunque sin hacerla desaparecer del todo. 

El tema es muy amplio y no podemos abarcar ni una pequeña parte. Aquí solo queremos resumir la relación de Torre Bellesguard con este símbolo milenario. Relación que podemos dividir en dos categorías: las vinculadas con un rey, hoy conocido como el Humano, pero que, en su tiempo, le llamaban “Lo Eclesiástico”, y las vinculadas con un genio, conocido, popularmente, como “el arquitecto de Dios”… 

En tiempos de Lo Eclesiástico 

Martí I Lo Eclesiástico, mencionado así por sus contemporáneos en virtud de su devoción, fue un gran coleccionista de reliquias. Las quería todas, y, por supuesto, la descubierta por Elena de Constantinopla. 

En Barcelona, su recuerdo era —y está— bien presente. Prueba de ello son dos de sus edificios más representativos. El primero, la catedral de la ciudad, cuyo nombre completo es “Catedral de la Santa Cruz y Santa Eulalia” (1). El segundo edificio, llamado de manera semejante porque dependía de la catedral, es el Hospital de la Santa Cruz. Se empezó a construir en 1401 bajo la atenta mirada de Martí I Lo Eclesiástico y con la autorización de Benedicto XIII, el famoso papa Luna (2). Como curiosidad, recordar que el lugar donde murió Gaudí fue este hospital (3)

Poco antes de inaugurar el hospital, el rey Martí había conseguido un trozo de la Vera Cruz. Era un regalo del mismo papa y se lo había dado en un viaje del monarca a Aviñón, donde residía entonces el pontífice (más tarde, en 1409, seré el papa quien visite al monarca en su castillo de Bellesguard) A partir de aquí, el destino de la reliquia sigue dos caminos. 

Para unos, el rey Martí regaló la reliquia a la Parroquia de San Justo y San Pastor. Una iglesia donde se conserva el llamado Fondo Gualbes, un archivo con toda la historia de Bellesguard, desde los tiempos de este monarca hasta 1714. Según la web de la parroquia, dicha Vera Cruz desapareció después de la Guerra Civil (4)  Ahora bien, no es la única…

Para otros, el regalo del papa Luna pasó a manos de Margarita de Prades, la segunda esposa de Martín I, como parte de su herencia tras la muerte del monarca en 1410. Desgraciadamente, tan pronto como se enterró a su marido, la joven viuda fue objeto de una dura batalla legal para arrebatarle sus bienes. En especial, las reliquias, que se guardaban en la capilla de Santa Ágata, situada en la actual plaza del Rey. Aun así, Margarita plantó cara a sus enemigos. Uno de los actos de rebeldía que cometió fue vaciar la capilla de Santa Ágata y llevarse sus reliquias al palacio de Bellesguard, donde pensaba que las podía guardar mejor (4). No obstante, al final, Margarita perdió la disputa a favor de Fernando I de Antequera, el sucesor del rey Martín. Reliquias, joyas, libros, el mismo palacio, todo (ver: enlace) En 1437, Alfonso el Magnánimo, hijo de Fernando I, llevó la Vera Cruz, junto a otras reliquias, a la Catedral de Valencia, donde aún se pueden ver. 

En tiempos del arquitecto “de Dios” 

La historia del milenario símbolo desenterrado por Elena de Constantinopla continúa con muchas más leyendas alrededor del mundo. En Torre Bellesguard podemos ver dos. No son una Vera Cruz, pero reflejan la profunda devoción de su constructor, el primer arquitecto que podría ser declarado santo. Son dos cruces rodeadas de árboles, imagen que, justo ahora en mayo, el mes del «Palo de Mayo”,  o la “Festividad de los Mayos”, parece reconciliar ambas tradiciones, la pagana y la cristiana. Una de las cruces, situada en el tejado, sobresale por encima de los árboles del jardín, y la otra, a pie de calle, queda sumergida por ellos.

La primera preside una estrecha aguja que simula los pináculos de las catedrales góticas. Tiene forma de cuatro brazos, un diseño exclusivo de las obras de Gaudí. Para realizarla se inspiró en la piña del ciprés (o gálbulo), un árbol recurrente tanto en la simbología pagana como cristiana. 

Bajo esta cruz vemos una corona, que representa a Martín I Lo Eclesiástico, y más abajo, una señera catalana, símbolo, a la vez, de la Casa de Barcelona, la dinastía del monarca, y de Cataluña. Como curiosidad, añadir que durante la dictadura de Franco, la señera permaneció tapada y que, alrededor de estas fechas en 2008, fue necesario reforzar el pináculo para evitar su caída. 

La cruz del pináculo, bien alta en la azotea, fue diseñada para ser vista desde lejos. Ahora bien, Gaudí también añadió otra cruz bajo la copa de los árboles, que puede pasar desapercibida, a pesar de encontrarse justo en la entrada. Al menos, en primavera, cuando los árboles que la rodean la tapan con sus nuevas ramas. Esta vez, la forma de la cruz es la llamada de Malta, que presenta ocho puntas en recuerdo de las ocho bienaventuranzas. El ocho es un número recurrente en Torre Bellesguard. También lo encontramos en el vestíbulo de la casa, en forma de estrella de ocho puntas, uno de los símbolos de la Virgen María. 

Esta cruz se atribuye a Gaudí, aunque también colaboró en su ejecución Domènech Sugrañes, el mismo arquitecto que añadió nuevos elementos a Torre Bellesguard, después de que lo abandonara el maestro. Un elemento original de esta cruz es que sirve de base para una doble función de lámpara, mediante la instalación de una ménsula y una bombilla. 

Si la cruz en la azotea recuerda los pináculos de las catedrales, la cruz a pie de calle recuerda las cruces de término, un monumento habitual desde la Edad Media. Su principal función era proteger los enclaves de culto y población cristianos. Con el tiempo, las cruces de término sirvieron también para propósitos más terrenales, como señales de los límites de los municipios. Como tal, la cruz era una señal habitual en las encrucijadas por donde la gente, y las leyendas, siempre se han cruzado y entrecruzado 

Notas 

(1) Según la  web de la Catedral de Barcelona, la relación del templo con la Santa Cruz, año 599, es un poco anterior a la de Santa Eulalia, año 877. 

(2) Terreu, Miquel (30/11/2018), “La bula fundacional del Hospital de la Santa Cruz”, Blog de Santa Creu a Sant Pau. Ver en línea: enlace

(3) En Barcelona, el nombre de Hospital de la Santa Cruz hace referencia a dos edificios, y esto puede llevar a confusión. Hagamos, pues, una breve aclaración. El hospital original, el más antiguo, está situado en el Raval de Barcelona, y recibió el nombre de Santa Cruz porque dependía de la Catedral de Barcelona, que, como hemos visto, estaba bajo la advocación de la reliquia descubierta por Santa Elena. Este es el edificio que se empezó a construir en 1401 con la presencia de Martín I y el edificio donde, cinco siglos más tarde, murió Gaudí, convirtiéndose en uno de los últimos pacientes en ser tratado allí. 

El segundo hospital, el más nuevo, es obra de Lluís Domènech i Montaner, otro de los grandes arquitectos modernistas, y lo construyó entre 1905 y 1910, es decir, que es contemporáneo de Torre Bellesguard (1900-1909). Recibe el nombre de la Santa Cruz, porque es heredero del anterior hospital, y de San Pablo, en recuerdo de Pau Gil i Serra, el mecenas que subvencionó la obra. 

(4) Redacció (22/05/2011), «La Vera Creu que el rei Martí l’HUmà va regalar a la parròquia de Sant Just i Sant Pastor de Barcelona», Setmanri Catalunya Cristina. Versió en línia: enllaç

(5) Martín Lloris, Catalina, y, Gómez-Ferrer Lozano, Guillermo (2023) “Margarida de Prades y la disputa sobre la propiedad de las reliquias reales”, Locus Amoenus, nº 21, Universidad Católica de Valencia San Vicente Mártir, p. 29-30. Versió en línia: enllaç.