julio 18, 2025
Por Ferran Garcés
¿Qué ocurría en el resto del mundo mientras Gaudí construía la Torre Bellesguard, entre 1900 y 1909? Hoy os proponemos una breve ruta por Cuba durante este período. Para la isla caribeña fue un momento importante, ya que coincide con los primeros años de su República, instaurada en 1902, tras la Guerra de Independencia en 1898. Para Cataluña también. El cronista Carles Martí, en un libro escrito en 1918, nos habla de más de 15.000 catalanes establecidos en Cuba, muchos de ellos ligados a los oficios de la construcción y el comercio (1). La eclosión del “modernismo habanero” tuvo lugar entonces, hasta el punto de que algunos autores la describen como “la época catalana” (2). Una época intensa pero breve. Su ocaso se establece alrededor de 1919, aunque su decadencia ya se intuía algunos años antes.
Primera parada: el Malecón y el Palacio Cueto
La mayoría de las casas “al estilo catalán” se concentraron en La Habana, y, en concreto, en las proximidades de su puerto, la zona llamada Habana Vieja. Es natural que fuera así, porque en aquel tiempo su puerto era la principal puerta de entrada a la isla. Las obras de su famoso Malecón comienzan en 1901 y las primeras casas “al estilo catalán” se edificaron hacia 1904.
Desgraciadamente, muchas de ellas fueron destruidas poco después de su construcción (3). Entre las supervivientes, destaca el Palacio Cueto, finalizado en 1908 por el maestro de obras cubano Arturo Marqués, aunque también estuvo a punto de desaparecer en pleno siglo XXI. El autor de un estudio presentado en 2009, hablando de este y otros edificios similares, escribía: “el conjunto de obras modernistas que posee hoy en día la Ciudad de La Habana se encuentra todavía en un preocupante estado de degradación e incluso de inminente desaparición” (4). Por fortuna, el Palacio Cueto, transformado en un hotel de lujo, ha sobrevivido.
De aquella época existe un curioso documento. Curioso porque es una crítica y la firma Alejo Carpentier, uno de los mejores novelistas cubanos. En 1941, de forma retrospectiva, escribe: “Para desgracia nuestra, el Malecón fue poblado de casas en épocas en que los contratistas catalanes hacían estragos en nuestras avenidas y repartos, con sus columnas compradas al por mayor y balaustradas a tanto el metro” (5).
La última parte del texto alude al hecho de que la mayoría de los proyectistas y artesanos catalanes estaban especializados en la elaboración de piezas prefabricadas, gracias al nuevo material del cemento, cuya técnica permitía reproducir cualquier decoración en menos tiempo y, consecuentemente, a menor coste. Carpentier utiliza la palabra “contratistas” porque muchos de ellos no eran arquitectos sino constructores especializados en reformar las fachadas de edificios de estilo colonial con molduras de aspecto modernista: balaustradas, columnas, ménsulas, o “monumentos funerarios”, como leemos en un cartel publicitario de Mario Rotllant, un ebanista que se convirtió en el constructor más famoso de Cuba (6). Mientras el exterior parecía modernista, como observa la historiadora Montserrat Villaverde, “La configuración de los espacios interiores de los edificios seguía los preceptos básicos de la arquitectura de finales del siglo XIX, y, de forma general, sin modificaciones significativas” (7).
Segunda parada: Los Jardines de la Tropical
La primera obra de importancia del nuevo estilo, según diferentes fuentes, fue Los Jardines de la Tropical. Su inauguración tuvo lugar en 1904, el año en que Gaudí ya había terminado la casa principal de Torre Bellesguard. Curiosamente, Ramón Magriña i Alsina, el artífice de estos jardines caribeños, al igual que Gaudí, había nacido en Reus. Como otros catalanes, se especializó en la fabricación de piedra artificial y todo tipo de ornamentación en cemento, pero su auténtica pasión era la jardinería. Por esta razón, se alojó en sus jardines para poder cuidarlos mejor (8).
En este jardín, también vemos un elemento arquitectónico que se repite por toda la urbe, hasta el punto que Alejo Carpentier, el novelista citado anteriormente, denominó a La Habana “La ciudad de las columnas”, en un artículo antológico (texto original: aquí)
En poco tiempo, los jardines, que incluían un castillo y la fábrica de cerveza Tropical, propietaria de los terrenos, se ampliaron con diferentes espacios de ocio y entretenimiento, como grutas artificiales, laberintos, merenderos, glorietas, bares, e incluso una sala inspirada en La Alhambra de Granada. Algunos autores han visto similitudes con el Park Güell, una obra de Gaudí iniciada en 1900 y terminada en 1914, pero inaugurada como parque público en 1926. En consecuencia, según las fuentes cubanas, estos jardines no fueron una copia, ya que se inauguraron antes (9). En realidad, se trata de un mismo marco estético, cultural y comercial, que favorecía las similitudes, a pesar de las lógicas diferencias locales.
Tercera parada: la Casa de los Pelícanos
Una de estas diferencias es el hecho de que en Cuba también tuvo gran importancia el Art Nouveau, el movimiento paralelo al modernismo catalán en el ámbito franco-belga, hasta el punto de que ambas influencias a menudo se confunden. De hecho, La Habana es la única ciudad de América Latina inscrita en la Red Art Nouveau, y, en muchas webs cubanas, se utiliza más el término Art Nouveau que el de modernismo.
La siguiente visita es un ejemplo de esta influencia franco-belga. Al igual que el Palacio Cueto, la Casa de los Pelícanos ha sido objeto de una gran reforma recientemente y, hoy en día, es la sede de un espacio cultural para la promoción del Art Nouveau (10). Por otro lado, existe la Vitrina de Valonia que, como su nombre indica, está dedicada a promover la cultura belga. En cambio, no existe ningún centro similar de ámbito catalán y/o modernista. Al menos, hoy en día. Los que existieron en el pasado han desaparecido. De ellos hablaremos el próximo viernes.
Volvamos ahora a la Casa de los Pelícanos. El edificio original se construyó a finales del siglo XIX, pero como muchos otros, a principios del siglo siguiente, su fachada se adaptó a la ornamentación criticada por Alejo Carpentier y hoy motivo de nostalgia. Tempora mutantur!
Cuarta parada: La Quinta de las Delicias
Como decíamos al principio, pocas son las casas de la “época catalana” con un planteamiento integral, tanto en el exterior como en el interior, como es el caso, por el contrario, de las viviendas diseñadas en Cataluña por Gaudí, Domènech i Montaner o Puig i Cadafalch. La Quinta de las Delicias, sin embargo, es una excepción, solo que su artífice fue Charles Le Brun, un arquitecto belga asentado en Nueva York, que le dio un aire de castillo gótico francés. La historia de la finca y su propietaria, Doña Rosalia Abreu, es fascinante, pero, por razones de espacio, solo destacaremos un pequeño detalle del interior que dice mucho del movimiento de mercancías e influencias de aquella época.
Hablamos del mosaico hidráulico, una de las técnicas más icónicas del modernismo y/o del Art Nouveau. En Cataluña, su fabricante más famoso fue la marca Escofet. Pues bien, si seguimos el rastro del modelo de pavimento hidráulico número 1019 de esta fábrica, veremos cómo aquellos barcos de vapor, en algún momento, llevaron dicho modelo a La Habana, ya que lo encontramos en La Quinta de las Delicias. Dos años más tarde, Domènech i Montaner lo utilizaría también en la Casa Lleó Morera. Este último detalle es uno de los ejemplos que la investigadora Montserrat Villaverde utiliza para ilustrar un par de interesantes rutas a partir del pavimento catalán por el mundo, confirmando un detalle que a menudo se olvida: el modernismo catalán no fue un arte sedentario, relegado solo a Cataluña. Al contrario, fue un estilo de carácter móvil, que se expandió a otros lugares (11).

Charles Le Brun: Quinta Las Delicias. Rosalia Abreu (1902-03). Fuente: Itinerario Montserrat Villaverde en la Enciclopèdia Catalana

Detalle del pavimento de la casa Escofet en uno de los salones de la planta baja de Quinta Las Delicias.
Quinta parada: La Casa Fradera
Entre los arquitectos de la época catalana, destaca Mario Rotllant i Folcarà, de quien ya hemos mostrado publicidad al inicio del artículo. Nació y murió en Barcelona, pero entre 1905 y 1924 residió en La Habana, donde se convirtió en el principal constructor. Su obra más conocida es la Casa de Joan Fradera, en la calle Cárdenas, núm. 107, una de las zonas con más viviendas de la “época catalana”, junto con las calles Obispo y Neptuno, dos arterias populares de La Habana Vieja, la zona que mira a los primeros tramos del Malecón. En todas ellas, se repite, como escribió Alejo Carpentier, “una de las más singulares constantes del estilo habanero: la increíble profusión de columnas” (texto original: aquí)
La existencia del taller de Mario Rotllant en la calle Cárdenas, centro de su radio de acción en las proximidades, puede haber contribuido a esta concentración de obras modernistas en unas pocas calles (véase: catálogo de obras modernistas de La Habana). La siguiente imagen es una serie de casas en la calle Cárdenas con Apodaca. Todas ellas, proyectadas por Rotllant.

Mario Rotllant: Casas Tarruell, Aguilera, Justafré y Fradera (1909-10). Cárdenas/Apodaca.
Fuera de estas calles, la presencia del modernismo en La Habana y el resto de Cuba se reduce a ejemplos aislados repartidos por la ciudad. Uno de ellos es la Masía L’Ampordà, también de Mario Rotllant con la colaboración de Ignasi de la Vega Ramonteau. Construida entre 1918 y 1919, es una de las últimas edificaciones de la época catalana. Hoy en día alberga una escuela, pero ha conservado muchos de los detalles ornamentales originales. El elemento más famoso de esta casa son los bancos exteriores de trencadís verde, con incrustaciones de flores.
Sexta parada: Camagüey
Después de La Habana, con un centenar de obras modernistas, la segunda ciudad cubana con más patrimonio es Camagüey, una ciudad situada hacia el centro de la isla, pero con solo una decena de ejemplos (véase: Obras modernistas en Camagüey). El centro histórico de esta población forma parte de la Lista de Patrimonio Mundial (véase: UNESCO)
De todas ellas, quizá la más curiosa es la casa de la Avenida Finlay, construida por el maestro de obras catalán Antonio Moya i Andreu. Como vemos en las siguientes fotos, la parte superior de su fachada recuerda mucho a la conocida Casa Batlló, del Passeig de Gràcia, en Barcelona (12). Ahora bien, esto no significa, como ya hemos comentado, que el modernismo cubano sea un préstamo de la arquitectura catalana. Al contrario, las obras realizadas en la isla caribeña se caracterizan por su eclecticismo, es decir, mezcla de estilos. De hecho, la huella de los catalanes en la isla caribeña no siempre se encuentra en edificios de aspecto modernista. De esto y más hablaremos en breve…

Dra. Vivian Mas Saravia. VI Jornadas Técnicas de Arquitectura Vernácula de la Cátedra Gonzalo de Cárdenas, de La Habana, 2009.
Notas
(1) Martí, Carles (1918), Los catalanes en América (Cuba), Minerva, Barcelona
(2) Segura Soriano, Isabel (1999), 7 passejades per l’Havana, La Campana, Barcelona, p. 87
(3) Mestre Martí (2015), Patrimonio arquitectónico del siglo XX: el legado Art Nouveau de la Habana, Universidad Politécnica de Cartagena, p. 17
(4) Ibíd., p. 7
(5) Ibíd., p. 16 En aquesta referencia, mencionen critiques d’altres autors.
(6) Redacció (30/11/2001), “Ornamentos por encargo”, Opus Habana, Vol. V. Nº 1, 2001, pp. 44-52
“La utilización a gran escala del cemento ofreció una vía mucho más rápida y sencilla que los trabajos de cantería para producir los motivos ornamentales. Además, los talleres de fundición permitían elevar la productividad con una mano de obra menos especializada. Podía garantizarse con facilidad la similitud entre las diferentes piezas y una mayor agilidad en su elaboración. Mientras un maestro cantero tardaba aproximadamente tres días en conformar un capitel corintio por citar un ejemplo, en un taller de fundición se producían tres capiteles por molde cada día”.
(7) Villaverde, Montserrat ( ), “Cloenda: dos itineraris modernistes”, web de la Enciclopèdia Catalana.
(8) Callejo, Jordi (20/10/2013), “Herència del jardí modernista a Cuba. Els Jardins de La Tropical”, web Jardins Patrimoni
(9) Rodríguez Marcano, Yamira (24/06/2016), “Los Jardines de La Tropical (II)“, web Habana Radio.
(9) Redacció (23/09/2020), “Casa de los Pelicanos: futura sede cubana de la exposicion Naturaleza del Art Nouveau”, web Italia-Cuba
(10) Villaverde, Montserrat, Op. Cit.,
(11) Mestre Martí, Op. Cit., p. 9-12