agosto 1, 2025

Por Ferran Garcés

Palacio de Justicia de Barcelona, de Enric Sagnier. Fuente: Wikipedia

Entre finales del siglo XIX y principios del XX, la arquitectura no fue únicamente “modernista”. Paralelamente se desarrolló otro estilo, aún pendiente de revalorización. Recibe el nombre de eclecticismo, un término difícil de definir. Por un lado, porque consiste en combinar diferentes estilos del pasado. Por otro, porque ha sido poco estudiado y carece de referentes claros.

La gran paradoja del eclecticismo radica en que, en la práctica, sus edificios, a pesar de su abundancia y monumentalidad, se ven pero no se miran. Delante de ellos no verás colas de turististas, esperando entrar o haciéndose selfies. Tampoco verás  “locales” haciéndolo. Sin embargo, en su tiempo, este movimeinto gozó de gran estima. Tanta, de hecho, que con él se construyeron los principales edificios públicos de las grandes capitales europeas y de ciudades como La Habana…

Incluso, hoy en día, muchas de las gestiones cotidianes de esas urbes se hacen en uno de ellos. Por ejemplo, el edificio de la foto de cabezera: el Palacio de Justicia de Barcelona, construido en 1887 por Enric Sagnier. En la actualidad, aloja el Tribunal Superior de Justicia de Cataluña (TSJC) y la Audiencia Provincial de Barcelona, así como sus archivos y bibliotecas, además de una zona de custodia de detenidos, y salas para el cuerpo médico forense, los colegios de abogados y procuradores, el servicio de correos, la oficina de atención al ciudadano y dependencias de los Mossos d’Esquadra. ¿Cuánta gente debe de verlo a diario sin detenerse a mirarlo?

En Europa

Se considera que el eclecticismo fue una derivación del historicismo, estilo con el que comparte la inspiración en el pasado, pero con objetivos distintos. En la teoría, el  historicismo busca imitar las tradiciones históricas que le preceden, mientras que el eclecticismo pretende crear algo nuevo a partir de la combinación de elementos diversos en una misma obra. En la práctica, sin embargo, ambos estilos pueden confundirse fácilmente.

El arquitecto e historiador Joan Bassegoda sitúa el origen del eclecticismo a finales del siglo XVIII, concretamente en la época del arquitecto austríaco Johann Fisher von Erlach, quien entonces expuso los siguientes postulados:

  • El arquitecto puede elegir el estilo que desee,
  • El arquitecto puede mezclar todos los estilos que considere oportunos en una misma obra.

El ejemplo prototípico, para Bassegoda, es el centro de la ciudad de Viena, donde se combinan con gran armonía los estilos gótico, renacentista, clásico y barroco (1) No obstante, se considera que la primera obra ecléctica fue la Ópera de París, obra de Charles Garnier, en el contexto de la gran reforma urbana del barón Georges E. Haussmann. La primera piedra se puso en 1861 y su inauguración oficial se celebró en 1875. Se dice que la esposa del emperador, la española Eugenia de Montijo, confundida por aquella mezcolanza de estilos, preguntó al arquitecto durante la construcción si el edificio tendría estilo griego o romano, a lo cual, Garnier respondió: «¡Es en estilo Napoleón III, señora!» Y algo de profético havia en ello porque muchos edificios eclecticos tienen un aire francés.

Opera de Paris, de Charles Garnier (1861-1875). Fuente: Universidad de Navarra

En España

En España, como en el resto de Europa, el eclecticismo fue ampliamente cultivado, hasta que no sólo dejó de emplearse sino que su mera existencia desapareció de la conciencia pública. No obstante, nadie puede decir que nunca ha visto una obra de este estilo de estilos, dado su carácter institucional: diputaciones, ayuntamientos, sedes ministeriales o bursátiles, estaciones, mercados, teatros, escuelas, bancos, hoteles (Para una lista más completa, ver: Eclecticismo en España y Arquitectura ecléctica en España) Además, algunos de estos edificios se han convertido en referentes iconicos, como el edificio Metropolis, posiblemente el  más fotografiado de Madrid y protagonista de más de un cuadro del conocido pintor Antonio López (por ejemplo, “Gran Vía, 1 de agosto, 7:30 horas”). Su construción se inició en 1907 ese año Antoní Gaudí había acabado la casa principal de Torre Bellesguard y la Casa Batlló, y empezaba la Casa Milà. La obra final la llevó a cabo el arquitecto Luis Esteve Fernández-Caballero, autor también de varios edificios de la Gran Vía, entonces en plena construcción, al igual que la Vía Layetana en Barcelona. El eclecticismo suele ir siempre asociado a las grandes reformas urbanas de finales del siglo XIX y principios del XX, como recuerden fue el caso de Paris en tiempos de Charles Garnier y Georges E. Haussmann. Reformas que, en ambos casos, implicó tanto la construcción de nuevos edificios, pero también la destrucción de otros anteriores…

Edificio Metrópolis, de Luis Esteve Fernández-Caballero. Madrid (1907-1910). Fuente: Patrimonio y Paisaje Madrid.

Edificio Fénix, antes, ahora Metrópolis, de Luis Esteve Fernández-Caballero. Madrid. Fuente: Patrimonio y Paisaje Madrid.

Otro rasgo importante del eclecticismo es que, durante su época, la arquitectura comienza a emplear los nuevos materiales vinculados a la revolución industrial, especialmente el hierro, pero también el cristal, con el fin de ofrecer espacios diáfanos, ligeros y aptos para variedad de salas y usos. Después llegaría el hormigón. En otras palabras, a pesar de su monumentalidad, en la práctica, eran —y son— edificios muy prácticos, razón por la cual dieron forma a tantas entidades públicas y oficiales, o incluso de ocio, como el Casino de Madrid, obra también de Luis Esteve Fernández -Caballero, en colaboración con otros arquitectos.

Casino de Madrid, entre 1915 y 1920. Fuente: Pinterest

En Cataluña

En Cataluña, la historia del eclecticismo apenas ha comenzado a investigarse, pero aún falta mucho para su reconocimiento popular, totalmente eclipsado como está por el modernismo. Por otro lado, lo poco que se ha publicado se concentra en el caso de Barcelona (2). Lo encontramos en muchos edificios (para una lista más completa, ver: Eclecticismo en Barcelona) Por lo general, se construyeron en las afueras de la ciudad antigua, en zonas que justo entonces comenzaban a urbanizarse y, al estar despobladas, permitian alojar grandes construcciones. A modo de ejemplo, la Universidad de Barcelona (1874), de Elies Rogent, profesor de Gaudí, y la Casa Gallart (1898), actual Palacio de les Heures, de August Font i Carreras, arquitecto que ha merecido, no hace mucho, la revisión de su obra, bajo el titulo, precisamente, de “La Barcelona eclèctica” (3)

Elias Rogent, el primer director de la recientemente creada Escuela de Arquitectura, escribió: “Debemos ser eclecticos”, y añadía, de manera melodramática, “es decir, vagar continuamente buscando lo desconocido”. Juan José Lahuerta, uno de los últimos Càtedra Gaudí, nos explica esta frase: por un lado, el eclecticismo, al alentar la combinación de estilos, permitía superar los corses del academicismo precedente y, de esta manera, favorecer la libertad artística. Por otro lado, el crecimiento de las nuevas ciudades, así como la aparición de nuevos materiales, ofrecía “una especie de terra incognita que espera ser conquistada” (4)

Universitat de Barcelona, de Elies Rogent (1863-1889). Fuente: Pintrest

Torre Gallart, actual Palau de les Heures, de August Font Carreras (1898) Fuente: web arquitectura catalana

De manera especial, vemos el eclecticismo en la mayoría de las casas del Eixample, donde, precisamente, este estilo se convierte en la imagen  que “todavía hoy le confiere una fuerte personalidad”, como observaba Joan Bassegoda (5). En una publicación más reciente, Joan Molet añade: “También hay que reivindicar que la arquitectura ecléctica es tan característica del Eixample de Barcelona como el propio modernismo (o incluso más), tal y como ocurre en el resto de ciudades europeas que crecieron en la segunda mitad del siglo XIX, aunque por motivos de marketing turístico prefieren calificarse de ciudades ‘modernistas” (6)

Joan Molet nos recuerda, además, que, “en el ámbito de los negocios la burguesia también prefiro la solvencia del eclecticismo, tal y como se observa en las sedes sociales de las nuevas empresas, incluso en aquellas relacionadas com la modernización de la ciudad, como era el suministramiento de gas para el alumbrado” (7). El ejemplo que da es la Sociedad de Alumbrado por Gas Lebon y Compañia, obra de Francesc de Paula del Villar, y construida entre 1894 i 1896. Otro ambito monopolizado por el eclecticismo fue el de las infraestructuras de transporte, clave para la modernización de cualquier ciudad, y que, en Barcelona, implicó tanto estaciones de tren como instalaciones portuarias (8)

En resumen, a pesar de su desprecio actual, en la época de Gaudí, durante el cambio de siglo, el eclecticismo fue el estilo que permitió a Barcelona, o a cualquier otra ciudad europea, convertirse en una capital cosmopolita, a partir de la construcción de todos los edificios públicos y privados que una gran urbe necesitaba. Además de su monumentalidad, gran parte de su éxito consistió también en la buena calidad de sus realizaciones. Como concluye Bassegoda en su estudio sobre este estilo: “En general, la arquitectura ecléctica no es fuente de grandes genialidades arquitectónicas, pero compensó su falta de ingenio con un dominio del oficio y una cuidada realización de las soluciones constructivas ensayadas, utilizadas y comprobadas en millares de experiencias y ejemplos” (9)

Fuera de Europa. Por ejemplo, Cuba…

En la isla caribeña, al igual que ocurre en Europa y en España, tampoco es posible evitar el eclecticismo, por la sencilla razón de que los principales edificios oficiales pertenecen a este estilo. Por el contrario, el modernismo lo encontraremos relegado a casas y construcciones de ámbito privado, “quizás porque el estilo fue considerado demasiado frívolo para representar a la joven República de manera adecuada”, en palabras del historiador E. Capablanca (10), quien se refiere a la República cubana, instaurada en 1902. Hemos comenzado con la Ópera de París, inaugurada en 1875, y terminamos con el Gran Teatro de La Habana —sede también, por cierto, del Centro Gallego—, inaugurado en 1914. Poco después comenzaría el lento pero gradual olvido de este estilo; olvido que no desaparición, porque muchos de sus edificios siguen siendo de uso tanto privado como oficial…

Gran Teatro de La Habana, de Paul Beleu (1914, inauguración). Fuente: Wikipedia

Notas

  1. Bassegoda Nonell, Juan (1984), Historia de Arquitectura, Editores Técnicos Asociados, S.A, Barcelona, p. 285
  2. Mollet i Petit, Joan (2005), “L’Arquitectura eclèctica a Catalunya: una historia per escriure”, Matèria: revista d’art, web Raco.cat
  3. Ubano Lorente, Judith (2013), La Barcelona Eclèctica. L’arquitectura d’August Font i Carreras (1845-1924), Dux Editorial, S.L. Barcelona
  4. Lahuerta, Juan José (2021), Gaudí, Museu Nacional d’Art de Catalunya, Barcelona, p. 47-48
  5. Bassegoda Nonell, Op. cit., p. 288
  6. Mollet i Petit, Joan, Op. cit., p. 58
  7. Ibid., p. 63
  8. Ibid., p. 64-66
  9. Bassegoda Nonell, Op. cit., p. 289
  10. Capablanca, Enrique (1990), “A Cuban Mythology”, en: The UNESCO Courier, Núm. 2, París, pp. 37-39. Ver también: Valdivieso Sánchez, E. y González Yunta (28/09/2015), “Arquitectura ecléctica residencial en la Ciudad de La Habana (municipios de Habana Vieja y Centro Habana) entre 1900 y 1930”, revista JOUR.