julio 10, 2025

Por Ferran Garcés 

Hoy se celebra el primer Día Mundial del Caballo y, desde Torre Bellesguard, queremos sumarnos rápidamente a un reconocimiento que llega tan tarde. ¿El primer día? Sí, la declaración se hizo el pasado 3 de junio de este año (ver: resolución 79/291). La fecha es tan reciente que el caballo no aparece en el calendario de días internacionales y mundiales de los animales de la web World Animal Protection (ver: listado). ¿Cómo es posible, siendo el caballo un animal tan importante en el ámbito histórico y simbólico? El tema, sin duda, daría para un largo debate, pero se escapa del propósito de nuestro blog. 

Lo que sí existía hasta ahora es el Día Europeo del Caballo, aunque solo desde 2015. Se celebra el segundo fin de semana de septiembre y la efermeride incluye una asociación de ciudades con una gran tradición equina, como Jerez de la Frontera, en Cádiz. Ahora bien, este día tiene un carácter más “festivo” que “social”. 

Lo realmente nuevo del Día Internacional del Caballo, además de su extensión geográfica, que abarca todos los continentes, es también su alcance social, que comprende no sólo la cultura equina, sino los diferentes aspectos económicos y de adapatación a dificultades medioambientales com el cambio climático. En palabras de la propia ONU: “El Día Mundial del Caballo es más que una celebración: es un llamado a proteger una de las alianzas más antiguas de la humanidad. Es el animal que aún hoy nos ayuda a alimentarnos, sostiene nuestras economías y nos eleva el espíritu.” 

La web de la ONU añade: “Se estima que 112 millones de équidos de trabajo sustentan los medios de vida de unas 600 millones de personas en países de ingresos bajos y medios. Estos animales transportan agua, la cosecha y dan sustento a las familias todos los días.” Ahora bien, no hace tanto tiempo, los caballos también formaban parte de nuestra vida cotidiana. Nuestro pequeño homenaje quiere recordar aquella época no tan lejana… 

Caballerizas, un mundo desaparecido 

En Torre Bellesguard, podemos reencontrar la presencia de los caballos en dos ámbitos: el simbólico y el físico. Un ejemplo del primero es el caballo que nos da la bienvenida en el recibidor de Bellesguard, como parte de la decoración de un perchero de hierro forjado con un grabado que representa la leyenda de San Jorge y el dragón. Resulta tentador decir que el mueble es de Gaudí, pero no es el caso. En realidad, ignoramos quién puede ser el autor, aunque lleva mucho tiempo en la casa, sin poder precisar desde cuándo. En cualquier caso, este caballo nos sirve para reflexionar sobre el hecho de que los caballos han estado a nuestro lado durante milenios, no solo como animales de tiro, transporte o recreo, sino como un destacado elemento de la literatura, el arte y la psicología humana. 

El segundo ámbito de la presencia de caballos en Torre Bellesguard, el físico, lo podemos redescubrir mediante la visita a las antiguas caballerizas de la casa, donde se ha conservado el abrevadero original. Para hacernos una idea de su contexto, hemos seleccionado algunas fotos. En una de ellas, vemos un grupo de guinets paseando por los campos que rodeaban Bellesguard en tiempos de Gaudí. De aquella época —y aquel paisaje— también ha sobrevivido una imagen de una tienda de alquiler de carruajes, la de Antoni Arau, en el cercano barrio del Farró. Otra imagen impactante es la de la Plaza de la Bonanova, a la salida de la misa de doce, rodeada de carruajes tirados por caballos. Todas estas imágenes fueron tomadas en torno a 1910, la época en que Gaudí había terminado Torre Bellesguard. 

La cochera, el nuevo mundo 

Gaudí nació en un mundo rodeado de caballos. Él mismo fue un consumado jinete en su juventud. Ahora bien, Gaudí murió en un mundo donde, de forma lenta pero gradual, los coches habían comenzado a cambiar todo el paisaje, tanto rural como urbano. 

Ramón Casas, el popular pintor contemporáneo de Gaudí, dejó testimonio de este relevo en un cuadro titulado “La Cochera”, que data de 1907, es decir, de la época en que Gaudí estaba terminando Torre Bellesguard y comenzando la Casa Batlló. Para entender el cuadro hay que recordar que Ramón Casas colaboró y participó en la creación del Real Automóvil Club de Cataluña, diseñando incluso su primer escudo. Este cuadro, de hecho, es una de las primeras obras de arte donde se ve un automóvil. Es el coche que el pintor mandó traer desde París, un Delaunay-Belleville 28 HP. 

De manera profética, este coche mira hacia adelante, pero, al fondo, ¿qué vemos? Sí, en efecto, son dos caballos enganchados a un carro, que miran hacia atrás, hacia el pasado, hacia un mundo que ya no volvería… 

Ahora bien, como decíamos al principio, según la ONU, en su reciente declaración del 3 de junio: “Se estima que 112 millones de équidos de trabajo sustentan los medios de vida de unas 600 millones de personas en países de ingresos bajos y medios. Estos animales transportan agua, la cosecha y dan sustento a las familias todos los días.” 

Nuestro más afectuoso homenaje a todos los caballos: los del pasado, los del presente y los que, confiamos, seguirán acompañando al ser humano, pero en las mejores condiciones posibles. ¡Nuestro eterno compañero se lo merece!