- On enero 16, 2025
- In Actualidad y Agenda
- Tags:
¿Sabes qué? El pavimento de origen portugués…
Por: Ferran Garcés
Dos personas de pie en dos ciudades diferentes. En la primera fotografía, vemos a un poeta famoso, Fernando Pessoa, en su ciudad natal, Lisboa. En la segunda foto, vemos a un maqui, nombre que reciben los grupos armados que continuaron operando en territorio español, después de la Guerra Civil, para oponerse al régimen franquista. Un maqui legendario: Francesc Sabaté Llopart, más conocido como “El Quico”. Todo barcelonés reconocerá el lugar donde está, es el Arco de Triunfo.
¿Qué tienen en común estas dos imágenes? El suelo que pisan sus protagonistas. Un suelo que, durante un tiempo, compartieron Lisboa y Barcelona. Tristemente, ya no es así. Sin embargo, Torre Bellesguard, una obra de Gaudí que nunca deja de sorprendernos, ha conservado su pavimento original.
Una nueva ciudad, un nuevo suelo
Alrededor de 1907, cuando Gaudí está terminando Bellesguard, Barcelona comenzaba a pavimentar las calles del Ensanche, proyecto que serviría de modelo para el resto de la ciudad. Al principio, se contemplaron dos métodos. Por un lado, los baldosines de cemento hidráulico. Algunos de ellos se han convertido en iconos de Barcelona, como el llamado “de la flor” y el “de Gaudí”. Otros, en cambio, se han olvidado. Es el caso del baldosín empleado en los recibidores de la casa de Gaudí en el Parque Güell y en Torre Bellesguard. A finales del año pasado se publicaron dos artículos hablando de este baldosín ignorado (véase: El panot de Bellesguard, parte I, y El panot de Bellesguard, parte II).
La calzada portuguesa
Por otro lado, el segundo método fue el suelo que pisan Fernando Pessoa y “El Quico”, un pavimento donde las piedras forman una especie de mosaico. El mismo pavimento que, excepcionalmente, se ha conservado en Torre Bellesguard.
El método de la “calçada portuguesa”, “calzada-mosaico”, o “piedras portuguesas”, fue inventado en Lisboa, alrededor de los años cuarenta del siglo XIX. Según estudios recientes, a cargo de la especialista Danae Esparza, Barcelona fue la primera ciudad del mundo en experimentar este sistema fuera de las fronteras del país luso. Para ser exactos, la prueba tuvo lugar en 1895, en el Paseo de Lluís Companys –entonces llamado Salón de San Juan–, a la altura del Arco de Triunfo. Un lugar, en aquel momento, sinónimo de modernidad porque el espacio se había proyectado, poco tiempo antes, como entrada principal a la Exposición Universal de Barcelona de 1888. En la foto podemos ver que el experimento fue adaptado al gusto barcelonés añadiendo el escudo de la ciudad en algunos tramos de la calzada.
Por desgracia, este original pavimento fue destruido en 1975. Hoy en día poca gente lo recuerda. No obstante, en Torre Bellesguard, construida entre 1900 y 1909, la calçada portuguesa se ha conservado. Para ser exactos, la encontramos alrededor del banco central del jardín y en la acera de la puerta principal.
Junto con el baldosín ya mencionado, este mosaico de piedras es un ejemplo del extraordinario estado de conservación de la propiedad. Además, es un testimonio del talento de Gaudí a la hora de combinar, en una misma obra de apariencia neogótica, la nostalgia del pasado medieval de Cataluña con las últimas tendencias de su época.
Notas
(1) Esparza, Danae (1982), Barcelona a ras de suelo, Barcelona, Universidad de Barcelona, cap. 8, p. 243-256
(2) Ibíd., p. 88-94
Para saber más de la calçada portuguesa, recomendamos la lectura de los siguientes artículos, que aportan una visión actualizada sobre el tema:
Giménez, Rafael (12/11/2018), “Los últimos calceteiros”, web El gran otro
Martín Aparicio, Galo (10/01/2020), “Calzadas de Lisboa: un tesoro en piedra”, web Revista Binter