¿Sabías qué? Geometría al descubierto

Por Ferran Garcés

Antoni Gaudí es considerado uno de los arquitectos más influyentes de la arquitectura no solo modernista, sino también moderna. Entre sus principales contribuciones, se recuerda su capacidad para jugar con las formas geométricas de la arquitectura. Hoy inauguramos una serie de artículos para recordar algunas de estas innovaciones y su plasmación en Bellesguard. Comenzaremos con una de las más conocidas, la preferencia de Gaudí por las líneas curvas, sin descuidar el respeto por las formas tradicionales de otras épocas.

La redondez de las formas

A diferencia de la arquitectura tradicional, basada en líneas rectas y ángulos precisos, Gaudí se decantó por las curvas suaves y los perfiles ondulados en su deseo de desarrollar un lenguaje más cercano a la naturaleza. Para lograr estas formas, es necesario reivindicar la importancia de un material generalmente poco valorado, el yeso.

Podemos verlo de manera muy clara en el tercer piso de la Torre Bellesguard, donde es posible  comparar las dos habitaciones que conforman dicha planta. Una está acabada, es decir, enyesada, y la otra inacabada, sólo con ladrillos. La primera es la Sala de los Fumadores. Fijémonos en el techo. Vemos que, gracias al yeso, las formas redondeadas simulan los nervios de una hoja, con perfiles ondulados, como los pilares adosados en los que descansa el techo, siguiendo el gusto característico de Gaudi por la arquitectura orgánica. En cambio, no vemos ninguna curva en la habitación contigua, la Sala de los Ladrillos o de la Música. La explicación es muy sencilla: esta sala se quedó inacabada por falta de presupuesto. Según los expertos, debía ir revestida de yeso (1). De haberse terminado, veríamos los mismos perfiles ondulantes de la Sala de los Fumadores y el resto de la casa. En ninguna otra obra de Gaudí podemos comparar en el mismo lugar el antes y el después del proceso constructivo del arquitecto.

Una excepción con historia

Dicho esto, puede sorprender el aspecto de las fachadas de Bellesguard, llenas de líneas rectas, siguiendo el aspecto característico de una edificación gótica, con sus almenas, arcos apuntados y gárgolas. Para entender dicha apariencia, es necesario recordar la importancia histórica de la finca. Cinco siglos antes, en estos terrenos se alzaba el palacio del rey Martí I el Humano. Por esta razón, Gaudí le confirió un aspecto medieval a su obra en señal de homenaje. Sin embargo, una vez en el interior, Gaudí recupera su estilo más famoso, de formas curvas. Por otro lado, también hay que recordar que Gaudí hizo más edificios de inspiración gótica, como el Palacio Episcopal de Astorga y la Casa de los Botines, en León, y en Barcelona, el Colegio de las Teresianas y la Sagrada Familia. El aspecto medieval de la Torre Bellesguard, por lo tanto, no constituye una solución  ajena a la obra de Gaudí.

Ahora bien, el aspecto exterior de la Torre Bellesguard no es tan gótico como parece a primera vista. En una segunda mirada, más detenida, podemos apreciar cómo Gaudí burló la aparente linealidad propia de la arquitectura medieval. En primer lugar, revistió la estructura original de ladrillos con pizarra propia de la zona. Esta piedra le otorga una estética medieval, pero si observamos con más detalle, veremos que los trozos están dispuestos en diferentes tamaños y tonalidades, de manera que la casa cambia de aspecto en función de la luz y los diferentes relieves alrededor de las ventanas y balcones. En realidad, la fachada de la Torre Bellesguard sigue los mismos principios que una de las técnicas más conocidas de Gaudí, el trencadís. Solo que, en lugar de utilizar cerámica, aquí utiliza una piedra de tonos grises oscuros, verdes, amarillos claros y marrones, que confieren al edificio una sutil policromía.

En segundo lugar, Gaudí combinó líneas propias del gótico, como los arcos apuntados, con patrones geométricos completamente modernos, como las piezas de ventilación bajo las ventanas y los encofrados de la puerta principal.

De esta manera, se confirma la frase de Domènec Sugrañes, uno de los discípulos más brillantes de Gaudí, cuando decía que “El Casal de Bellesguard es tan profundamente gótico como actual” (2). Casualmente, mientras Gaudí construía este edificio, también reformó la catedral de Mallorca. Allí llevó a cabo un equilibrio similar entre el gótico y su propio estilo. Cuando le cuestionaron las innovaciones, el arquitecto respondió:

“Hacemos arquitectura sin arqueología: antes que nada, están las relaciones entre las cosas, en una situación predisuesta; por eso no debemos copiar las formas, sino estar en condiciones de producirlas dentro de un carácter determinado, poseyendo su espíritu” (3).

Notas:

(1) Ahora bien, no todos los estudiosos están de acuerdo. Algunos piensan que Gaudí dejó esta sala deliberadamente tal como la vemos hoy. “La inspiración mudéjar se hace evidente con la estructura de los arcos y el uso del ladrillo descubierto, y podría no ser gratuita, ya que en las obras de los palacios del rey Martí solían trabajar obreros de origen musulmán que vivían en los territorios catalano-aragoneses”. Vall i Composada, Josep M.: Bellesguard. De la residència de Martí l’Humà a la Torre de Gaudí, Barcelona, Duxelm editorial, 2014, p. 122. 

(2) Vall i Composada, op. cit., p. 105

(3) González Moerno-Navarro, Antoni: “La restauració objectiva (Mètode SCCM de restauració monumental)”, a: Memòria SPAL 1993-1998, Diputació de Barcelona, p. 63