¿Sabías qué?: La estrella de Venus y un amor secreto…

Por: Ferran Garcés

El beso. Cupido y Psique. Antonio Canova, Italia, 1793.

 

Estamos en la semana del Día de los Enamorados. Bellesguard tiene un símbolo muy apropiado para la ocasión. Nos referimos a la vidriera llamada “Estrella de Venus”. En la antigüedad, a causa de su luminosidad, el planeta identificado con la diosa romana del amor y la belleza, se describía como una estrella, y dado que dicho brillo se puede percibir por igual al alba y al crespúsculo, los otros nombres del astro son “estrella del amanecer”, o de la “mañana”, y “estrella del anochecer”. Un fenómeno celeste que, con el tiempo, se ha convertido en un símbolo con multitud de significados.

 

En el caso concreto de Bellesguard, como hemos visto en previas entradas, la vidriera diseñada por Gaudí podría ser una referencia a la Virgen María o a los Reyes Magos, pero, a la vez, también se lo ha identificado con Venus, la diosa del amor. Y, en este último caso, haría referencia al capítulo más destacado de la historia del antiguo palacio de Bellesguard: el matrimonio del rey Martín I el Humano con Margarida de Prades el 17 de septiembre de 1409. Este enlace tuvo lugar en una época de transición de la Edad Media al Humanismo, el movimiento cultural propio del Renacimiento. Se caracteriza por el resurgir de la antigüedad clásica, incluida su mitología, y Venus fue una de las figuras rescatadas más populares por los poetas y artistas humanistas. Desde entonces, el imaginario de Venus será un tema recurrente en el arte occidental.

 

En este contexto, recordamos que al rey Martín I se lo conoce como “el Humano” por la importancia en su corte del Humanismo, y que la reina Margarida organizó una corte literaria a su alrededor,  convirtiéndose ella misma en motivo de inspiración de los principales poetas de aquel tiempo. La principal biografa de la reina no descarta que estos certámenes pudieran tener lugar en el palacio de Bellesguard, al igual qu en el palacio real menor de Barcelona (1). Con motivo del funeral de la reina, el conocido poeta castellano Marqués de Santillana incluso le dedicó un “plantó” funerario. El poema empieza con la visión de Venus llorando y pidiendo a todos los enamorados del pasado que la acompañen en un homenaje a la venerable reina Margarida. Ha muerto «la mejor de las mejores», escribe literalmente el poeta en boca de la antigua diosa (2).

 

Venid, venid, amadores,

de la mi flecha feridos,

e sientan vuestros sentidos tormentos,

cuytas, dolores; pues que la muerte llamar

ha querido e rebatar

la mejor de las mejores.»

 

 

Pero… ¿la única relación de esta reina con Venus fue su matrimonio con Martín I? Naturalmente, no. La reina tuvo otro amor, un amor secreto, un amor trágico… Como viuda real, Margarida podía continuar residiendo en el palacio de Bellesguard y disfrutar de otros bienes de la Corona, siempre que se mantuviera viuda. Aun así, se arriesgó y, en 1415,  se casó a escondidas con Juan de Vilaragut y Álvares de Haro, un noble valenciando. Incluso llegaron a tener un hijo un año después. Joan Jeroni de Vilaragut. La familía, al principio, debió frecuentar el palacio de Bellesguard, pero, por desgracía, su relación se hizo pública y la viuda real perdió todos sus privilegios, incluido dicho palacio. El matrimonio prohibido, entonces, se refugió en el Monasterio de Valldonzella, situado fuera de los muros de Barcelona. Curiosamente, este es el monasterio donde murío Martín I, el primer marido de la reina, en 1410, y, donde, también morirá su segundo marido, Juan de Vilaragut, en 1422.

 

De nuevo viuda, la reina se trasladará a otro convento mucho más alejado y exclusivo para mujeres, el de Bonrepòs, en la sierra del Montsant, en Tarragona. Regresaba a sus orígenes, porque Margarida había nacido en Prades, un pueblo próximo al monasterio. En la Edad Media, en esta cordillera se instalaron numerosos eremitas, razón por la cual era conocida como “la montaña santa”. No obstante, a pesar de encontrarse en una zona aislada, un brote de peste se llevará a la bella reina, en 1429.  El “plantó” del Marqués de Santillana se escribió poco después. El recuerdo de su belleza seguía tan pungente que uno de los mejores poetas de su tiempo todavía la consideró digna de las lágrimas de Venus.

Joan Jeroni de Vilaragut, el hijo de este amor trágico, no conoció cuáles eran sus origenes hasta alcanzar la edad de 17 años. Sus padres lo habían escondido en el Monasterio de Santes Creus. Aún así, llegó a ser un destacado caballero, pero esta es otra historia (3)…

 

Notas

(1) Fort y Cogul, Eufemià, La leyenda sobre Margarida de Prades, Fundación Salvador Vives Casajuana, Barcelona, 1970, pàg.. 52-58.

En Internet: Pons, Marc: “Margarita de Prades, la última reina catalana en el trono de Barcelona”, Elnacional.cat, Barcelona, 30 de julio de 2022.

(2) El nombre entero del poema es “Lo planto de la reina Margarida”. Por su contexto literario, podéis consultar: Pérez Priego, M.A.: “El Marqués de Santillana y la Corona de Aragón lo marco del Humanismo peninsular”, Revista de lenguas y literaturas catalana, gallega y vasca, N.º 9, 2003, pág. 29-40.

(3) Para saber más del hijo de Margarita de Prades, ver: Fort y Cogul, Eufemià, Op. cit., pàg. 40-41.

Ver también: Soler, Abel, Joan-Jeroni de Vilaragut (1421-1463): el fill secret de la Reina Margarida de Prades, Llibres de la Drassana, Valencia, 2021.