¿Sabías qué?: La Santísima Trinidad y una misa

Por: Ferran Garcés

El pasado 8 de diciembre empezamos una serie de tres artículos que hemos denominado “El Tríptico de la fachada espiritual de Bellesguard”. Lo inauguramos con la celebración de la Inmaculada Concepción. Hoy seguiremos con otro dogma, el de la Santísima Trinidad. Ambos eran muy apreciados por Gaudí. Según la definición de la Enciclopèdia Catalana, estamos hablando de un “Misterio, a menudo considerado como núcleo fundamental del cristianismo, según el cual Dios es a la vez Dios Padre, Dios Hijo y Dios Espíritu”. La definición de la RAE es: “En el cristianismo, conjunto de las tres personas divinas en una sola y única esencia”.

Al margen de las creencias personales de cada uno, este misterio representa uno de los grandes motivos de inspiración del arte occidental, desde la Edad Mediana hasta la Moderna. Lo encontramos en el portal de la Gloria de la catedral de Santiago de Compostela, en forma de escultura, o en los cuadros de grandes pintores como Rubens, Durero, el Greco y Ribera. Torre Bellesguard no es una excepción a esta larga tradición iconográfica. Aquí Gaudí lo representó de manera figurada mediante una original yuxtaposición de tres balcones, que representan el Padre, el Hijo y el Espíritu Santo, respectivamente. Gaudí, además, los sitúa justo encima de una salutación a la Inmaculada Concepción en la puerta principal de la casa (ver entrada anterior).

A continuación,  seguiremos la impronta del dogma de la Santísima Trinidad en el ámbito musical y, como las misas son una parte importante de la tradición de Navidad, hemos pensado que sería oportuno escuchar el ejemplo de una muy especial,  la llamada Misa de Barcelona, compuesta alrededor de 1360, es decir, poco después del nacimiento, en 1356, de Martín I, el rey que residió en Bellesguard. En aquella época, por influencia del dogma de la Santísima Trinidad, todo el que era perfecto tenía que ser triple. En consecuencia, los músicos hablaban de “tempus perfectum”, para referirse a los compases de tres tiempos, y de “tempus imperfectum”, a los que no lo eran. La Misa de Barcelona sigue dicho principio.

Esta misa permaneció oculta hasta el año 1925, cuando el musicólogo Higini Anglès la encontró en la Biblioteca de Cataluña. Aunque poco conocida, es una pieza de gran valor histórico porque se considera uno de los primeros ciclos completos de música polifónica religiosa, junto con otras cuatro misas francesas (1). Todas ellas son composiciones del siglo XIV, el siglo de Martín I.

La misa de Barcelona, en concreto, presenta influencias de la escuela de Avinyò, la ciudad donde recibió la tiara papal el aragonés Benedicto XIII, más conocido como Papa Luna. Martín I lo visitó allí en dos ocasiones y, unos años después, el pontífice le devolvería la visita a Bellesguard. Aviñón era, en aquella época, un importante puente de influencias culturales entre Francia y la Corona de Aragón (2). Parece que fue Pedro IV, el padre de Martín I, quien, después de una visita oficial en la ciudad francesa, empezó a renovar el repertorio de la capilla real aragonesa con composiciones del “Ars nueva”, el nuevo estilo donde se enmarca esta misa (3).

Desde el punto de vista formal, los musicólogos consideran que esta obra es una colección de obras diferentes, o dicho de otro modo, cada una de sus respectivas partes no fueron compuestas para formar una unidad. Desgraciadamente, no ha sobrevivido el nombre del autor o autores. El nombre de la misa hace referencia a que es en esta ciudad donde se conserva el manuscrito.

Lo que sí sabemos es que Martín I –también conocido como el Eclesiástico- fue un gran coleccionista de reliquias y obras religiosas, además de mecenas de las artes, una tradición muy arraigada a su familia. No sería extraño, en consecuencia, que el monarca mandara tener una copia de la Misa de Barcelona por su propia capilla.

Resulta tentador imaginar al rey Martín I escuchando la misa de Barcelona -total o parcialmente- en su castillo de Bellesguard, donde había una capilla y donde lo visitó el Papa Luna y otras personalidades religiosas de renombre, como  Vicente Ferrer. La versión que nosotros recojemos corre a cargo de Obsidienne, un grupo fundado el 1993 por Emmanuel Bonnardot. Por coherencia con el tema que nos ocupa, escucharemos el Sanctus. Una parte que, antiguamente, se conocía como trisagio, puesto que el término “sanctus” (santo) se repite tres golpes al inicio del himno, en honor una vez más de la Santísima Trinidad. El disco elegido fue publicado el 1995, por el sello Opus 111, con el título de Barcelona Mass-Song of the Sibylm. Relajaos e imaginad un viaje en el tiempo, y es que la de Bellesguard, como veis, es una larga historia. Aprovechamos también para desearos una muy buena entrada de año.

 

En latín

Sanctus, Sanctus, Sanctus, Dominus Deus Sabaoth;pleni sunt caeli et terra gloria tua. Hosanna in excelsis. Benedictus, qui venit in nomine Domini. Hosanna in excelsis.

En castellano

Santo, Santo, Santo, Santo es el Señor, Dios del universo. Llenos están el cielo y la tierra de tu Gloría. Hosanna en el cielo. Bendito el que viene en nombre del Señor. Hosanna en el cielo.

 

Notas

(1) Estas otras misas, además de la de Barcelona, fueron las de Tournai, Sorbona, Tolouse y la más famosa de todas, la de Messe de Nuestro Dame, la única de la cual conocemos el autor, Guillaume de Machaut.

(2) Sobre los intercambios culturales entre Martín I con Aviñón, ver: Español Bertran, F.: “Artistas y obras entre la Corona de Aragón y lo Reino de Francia”, Universidad de León, 2009, p. 257.

(3) Gómez Muntané, Mª Carmen, “El ms. M 971 de la Biblioteca de Cataluña (Misa de Barcelona)”, Boletín de la Biblioteca de Cataluña, 10 (1982-84), p 177.