Bellesguard desde las alturas

Hoy celebramos de nuevo BCN en las alturas, un mercado para disfrutar de Torre Bellesguard en un ambiente lleno de sorpresas y entretenimientos. La mejor de todas, quizás, es la posibilidad de acceder a la terraza, tanto por la mañana como por la tarde. El tour culmina con la espectacular panorámica de la ciudad, entre el mar y la montaña, razón del nombre de la finca: Bellesguard, “Bella vista”.

Cubiertas que se abren a la fantasía

Para muchos arquitectos, los techos parecen solo el punto final. Sin embargo, en las obras de Gaudí, la parte final de la casa se convierte en una especie de puntos suspensivos, donde el edificio más que terminar da la impresión de comenzar de nuevo. La Torre Bellesguard es un buen lugar para apreciarlo. Desde su elevada terraza, podemos ver una gran cantidad de techos. Muchos de ellos, no son ni transitables, pero, incluso los que lo son, a menudo carecen de cualquier reclamo que estimule la imaginación.

En cambio, en la terraza de la Torre Bellesguard, Gaudí combinó la cabeza de un dragón, dos miradores, almenas, chimeneas, y un impresionante pináculo, coronado por una cruz, una corona y una bandera. Por si no fuera suficiente, debajo de los miradores, todavía hay espacio para unos desvanes, en forma de pirámide truncada, y un palomar. Con razón, la escritora Carme Riera, que solía pasar sus vacaciones en la torre, confiesa en un documental: “Bellesguard se me antojaba un lugar mágico, en el cual, como en los cuentos, podrían aparecer enanos, príncipes azules y dragones. Además, se veía —se sigue viendo— el mar”.

Techos o escenarios?

La Torre Bellesguard (1900-1909) y la Casa Batlló (1904-1906) se construyeron casi al mismo tiempo. En ambos edificios, Gaudí recrea en el techo la leyenda de Sant Jordi y el dragón. En Casa Batlló, mostrando la espalda del dragón, y en Bellesguard, la cabeza de la bestia. El caballero queda simbolizado por la lanza clavada en el dragón en forma de columna, en Casa Batlló, y de pináculo, en Torre Bellesguard. Lanza adornada por la famosa cruz de cuatro brazos de Gaudí, cuya inspiración fue el fruto del ciprés, que, al caer al suelo, se abre para liberar sus semillas, y así, convertirse en un símbolo de resurrección. Una cruz que encontramos también en otras obras de Gaudí.

Firmando el cielo…

Las agujas al final del edificio no son, en absoluto, una singularidad de Torre Bellesguard y Casa Batlló. Muy al contrario, representan una constante en la obra de Gaudí. Pueden ser una torre-mirador, como un minarete, en “El Capricho”, uno de los primeros edificios del arquitecto, o las misteriosas chimeneas de “la Pedrera”, uno de sus últimos edificios. Estos “alargamientos” son la peculiar firma de Gaudí, el arquitecto que, quizás, mejor aprovechó las posibilidades, tanto materiales como espirituales, “de las alturas”…

Consciente de su visibilidad, Gaudí cuida al máximo la forma y el cromatismo de las puntas de estas torres, y, para magnificar el reflejo de la luz, las cubre con trencadís de vidrio. Vivos colores repletos de significado. En los pináculos de la Sagrada Familia,  los pináculos representan misterios litúrgicos como la Eucaristía mediante racimos negros y blancos, en alusión al vino, símbolo de la Sangre de Cristo, y espigas doradas, para referirse al Cuerpo de Cristo, encarnado en la hostia hecha de trigo. Otras torres del templo están dedicadas a los Evangelistas y a la Virgen María. Ninguna torre carece de significado.

El pináculo de la Torre Bellesguard también es, a la vez, un elemento de arquitectura física y de arquitectura simbólica. Por un lado, remata el estilo gótico de la torre, en homenaje al ilustre pasado de la finca, desde el   antiguo palacio de Martí I el Humano, y, por otro lado, recoge las principales pasiones de Gaudí: un símbolo religioso, la cruz, inspirado en un fenómeno de la Naturaleza, el fruto del ciprés, y bajo él, la corona de este monarca sobre las cuatro barras, que evocan la historia de Cataluña.

Jacint Verdaguer, el poeta amigo de Gaudí, y que tantas otras veces sirvió de motivo de inspiración al arquitecto, en su Oda a Barcelona, habla también de “las alturas de Bellesguard”. Lo hace en una estrofa donde recorre la ciudad a vuelo de pájaro. Al inicio, compara el panorama del presente, “talleres y fábricas”, con el del pasado, “campanarios y agujas”. Los campanarios, en concreto, hacen referencia, al antiguo convento de Valldonzella, donde murió Martí I, y las agujas, al palacio real de Bellesguard, donde residieron sus últimos días este monarca, el último miembro del Casal de Barcelona (3) De nuevo, como en el caso de las obras de Gaudí, otra firma del cielo…

Entre talleres y fábricas, tiene campanarios y agujas

Como dedos que entre brumas de humo firman el cielo

Notas

(1) En “Esta es mi tierra”, un programa de TV2, hicieron una entrevista a Carme Riera, para que hablara de sus “patrias emotivas y literarias”. La frase citada sale en el minuto 19′, cuando habla desde el tejado de Bellesguard. Programa emitido por Televisión Española TVE2 el 25 de febrero de 2001. Enlace al vídeo

(2) En realidad, son más de una leyenda. Para conocerlas todas, mira: Garcés, Ferran (15/02/2024), “Sabías qué? Las leyendas de Bellesguard”, blog de Torre Bellesguard.

Y, en realidad, en Torre Bellesguard, no hay solo un dragón, sino cuatro: Garcés, Ferran (18 y 26/04/2024), “Sabías qué? Los 4 dragones de Torre Bellesguard”, blog de Torre Bellesguard.

Primera parte del artículo de los 4 dragones

Segunda parte del artículo de los 4 dragones

(3) Codina i Valls, Frances, “Verdaguer (1865-1883): de fadrí de muntanya a mitificador de Barcelona”, Anuari Verdaguer, 2002, Núm.11, p. 26.