¿Sabías qué? Las leyendas de Bellesguard

Por: Ferran Garcés

Una pregunta común de los visitantes es si hay algún espectro rondando por Bellesguard. El aspecto gótico del edificio, y especialmente los días lluviosos de otoño e invierno, hacen volar la imaginación sin mucho esfuerzo. La respuesta es no. Quizás debido al cartel de prohibición de gnomos y fantasmas que dejó la familia Guilera cuando eran propietarios.

En cambio, lo que sí tenemos son leyendas; muchas, muchas leyendas. Gaudí, gran amigo de ellas, impregnó su obra de referencias al pasado de la finca, un pasado repleto de grandes personajes y episodios, que discurren en paralelo a  la historia de Cataluña.

Bestias fantásticas

En primer lugar, tanto en el jardín como en el interior de la torre, se esconden diferentes animales legendarios. En los últimos artículos hemos hecho mención a ellos. En concreto, estamos hablando de dos dragones, una víbora, un grifo y un ave fénix. No están solos, los acompañan varios animales heráldicos, como peces, gallos, caballos y leones rampantes. Los dragones, lógicamente, nos recuerdan a Sant Jordi y el dragón, quizás la leyenda más popular de todas. El ave fénix fue uno de los símbolos de la “Renaixença”, el movimiento cultural de la época de Gaudí. Los otros animales parecen evocar a los difuntos que, alguna vez, habitaron el antiguo castillo de Bellesguard, como el león, posible referencia al rey Martí I l’Humà, o a hechos ocurridos en la época de los antepasados del monarca, como las victorias de Roger de Llúria, el almirante que dijo aquello de “ningún pez osará levantarse sobre el mar (mediterráneo) si no lleva el escudo o señal del rey de Aragón en la cola” (1).

Una cabra despedazada

El reinado de Martí I el Humano está repleto de leyendas. Una de ellas habla del curioso método que determinó la elección del lugar para construir su castillo. En aquellos tiempos, los consejeros reales querían saber si los aires puros de la sierra de Collserola podían mejorar la salud bastante deteriorada del monarca.

Según dicen, el experimento consistió en despedazar una cabra y distribuir los trozos del animal a lo largo de la montaña. Pasados unos días, comprobaron que el pedazo mejor conservado había sido enterrado aquí. La historia, o la leyenda, concluye diciendo que el mismo monarca, influenciado por Bernat Metge, su principal consejero y, a su vez, un gran escritor, bautizó al nuevo castillo con el nombre Bellesguard, que, en catalán, puede significar tanto “Bella Vista” como “Buen resguardo”.

Un mirador pesaroso

Dicen que el rey Martí, desde el mirador de su palacio de Bellesguard, divisaba el Mediterráneo, que era el lugar por donde llegaban las noticias de los territorios conquistados por sus antepasados (2). El balcón construido por Gaudí, con grandes ventanales, en la fachada de levante, evoca este mirador y la leyenda asociada a él.

A mediados de 1409, con muy poco tiempo de diferencia, dos galeras aparecieron por la línea infinita del mar. En la primera galera, las velas eran normales y llevaban buenas noticias: la victoria en la batalla de Sant Lluri, en Cerdeña, de Martí el Joven, el único hijo del monarca que había llegado a edad adulta y, en ese momento, rey de Sicilia. En la segunda galera, las velas eran blancas un color de duelo, en aquella época-, y el monarca tuvo un mal presentimiento. Horas después, los marineros le informaban que este prometedor heredero había muerto repentinamente. La historia continúa con una boda, celebrada en medio del duelo que pesaba sobre la corte por el funeral del desafortunado infante.

El estel de Venus, o de la Mare de Déu

En el centro de la fachada principal de la Torre Bellesguard, encontramos una espectacular roseta tridimensional llamada la estrella de Venus, que representa un octagrama, o estrella de ocho puntas. El símbolo se ha interpretado con un significado múltiple. Por un lado, recordaría las nupcias del rey Martí el Humano con Margarida de Prades, en un desesperado intento de aportar un nuevo heredero a la corona, después de la muerte de Martí el Joven. Por otro lado, el octagrama representaria a la Mare de Déu y de la estrella de oriente que los Reyes Magos siguieron hasta el establo, donde María daría a luz a Jesús, un rey de reyes.

Un bandido despedazado

En la fachada orientada al sol naciente, como ya hemos indicado, Gaudí construyó un magnífico balcón para evocar el legendario mirador desde el cual el rey Martí divisaba el mar Mediterráneo. Bajo el mirador, se encuentra la puerta de las caballerizas con un dintel en forma de fémur.

Para conocer el origen de tan peculiar elemento decorativo ya no es necesario viajar en el tiempo al reinado de Martí I sino que debemos avanzar hasta la víspera de Todos los Santos de 1633. Ese día Serrallonga, el famoso bandolero catalán, cayó en manos de la justicia y fue llevado a Barcelona. El 8 de enero del año siguiente, después de sufrir tormento, se le condenó a la horca y…

¿Recuerdan la cabra de la que hablábamos más arriba? Pues al bandido le hicieron lo mismo, es decir, despedazar su cuerpo. Para servir de castigo ejemplar, cada trozo fue expuesto en los diferentes lugares donde había vivido, entre los cuales se incluye, según la leyenda, las ruinas de lo que había sido el palacio del rey Martí. En consecuencia, el fémur del dintel sería una referencia a tan morbosa leyenda. De hecho, los vecinos mayores del barrio llaman a Bellesguard “el castillo de Serrallonga” (3).

En resumen, es mejor tener leyendas que fantasmas porque las leyendas, a diferencia de los fantasmas, siempre dejan algún rastro de su paso, y es que detrás de todas ellas siempre se oculta una parte de verdad. ¡Os esperamos para contárosla en persona!

Notas

(1) La frase original fue: “ningún pez osará alzarse sobre el mar, si no lleva un escudo o señal del rey de Aragón en la cola” (Crónica de Bernat Desclot, Capítulo CLXVI).

(2) Llegados a este punto, hay que hacer una puntualización. En la plaza del Rey del barrio gótico de Barcelona, al lado del Palacio del Lugarteniente y del antiguo Palacio Real Mayor, se levanta una torre de vigilancia que fue completada en el año 1555. Recibe el nombre de Mirador del Rey Martí, pero este monarca murió en 1410, de manera que difícilmente puede corresponder a su reinado. Es posible que el nombre recuerde a una torre más antigua, que, a su vez, haga referencia a la leyenda del rey contemplando el mar.

En cualquier caso, parece que el mirador de la leyenda estaba en el palacio de Bellesguard. En una carta de Bernat Metge, su principal consejero, leemos los hechos tal como los vivió un testigo de primera mano. Verán que, en lugar de mirador, dice “ventana”.

“Sepan que el domingo, a 14 del presente mes, estando en la casa de Bellesguard y deseando mucho saber novedades de nuestro muy estimado primogénito el rey de Sicilia y de su hueste, desde la ventana de nuestra habitación vimos venir una galera desde la parte de levante que llegó a la playa de Barcelona. Y al poco tiempo estuvo con nosotros Guillem Pujada, quien nos dijo que la dicha galera venía de Cerdeña y que traía buena nueva, pero que él aún no la sabía” (Metge, Bernat (1950), Obras completas y selección de letras reales por él redactadas, Editorial Seelecta, Barcelona, carta del 22 de julio de 1409).

(3) Una nueva puntualización. En realidad, diferentes lugares disputan el honor de ser el escondite del bandido. Más información: Ferran, Garcés (14/07/2023), “¿Sabías qué? Bellesguard ANTES de Gaudí. Parte III: Guarida y Academia”: Enlace