Agenda. Los 4 dragones de Torre Bellesguard. Parte I

Por: Ferran Garcés

En pocos días será Sant Jordi. Una fiesta que, entre otros atractivos, representa una auténtica celebración de los dragones, la criatura fantástica más popular en todo el mundo. Por otro lado, el dragón es uno de los símbolos locales más asociados a la figura de Antoni Gaudí y Barcelona. Un hecho curioso porque los dragones suelen relacionarse con el mal e incluso con el mismo Diablo. ¿Cómo ha podido, entonces, una bestia tan perniciosa llegar a ser tan popular?

Por suerte, en Torre Bellesguard, tenemos cuatro dragones, y cada uno nos permite ilustrar los principales estadios de la evolución de una criatura milenaria, de maligna a benévola. Para conocerlos, y así responder a la pregunta, hemos preparado dos artículos. Hoy hablaremos de los dragones originales y de los dragones asociados al Diablo, pero tranquilos, el próximo viernes descubriremos al dragón protector, más cercano al carácter festivo de esta criatura fantástica en la actualidad.

El dragón original

La palabra “dragón” proviene del griego δράκων, que pasará al latín como draco, -ōnis. En ambos casos, el término designa a una serpiente. Por esta razón, en las pinturas y esculturas grecorromanas, los héroes, como Hércules, Cadmo o Jasón, se enfrentan a dragones en forma de serpiente. La constelación del dragón (draco) es una de esas serpientes. Especialmente famosa es Pitón,  la serpiente a la que se enfrentó el dios griego Apolo en los terrenos donde se erigiría el famoso oráculo de Delfos. 

En el zoroastrismo, una de las religiones más antiguas del mundo, encontramos a Zahhak, un dragón de tres cabezas, cuyo nombre, en avéstico, significa “Gran serpiente”. El dragón asiático, originalmente, también es una sierpe de gran tamaño. Sin embargo, con el tiempo, los dragones, en todo el mundo, no han dejado de adoptar nuevos elementos en su fisonomía original, como alas, patas, cuernos o dientes en la boca. Edward Topsell, un clérigo inglés aficionado a los bestiarios, publicó en 1607 un curioso libro titulado La historia de las bestias de cuatro patas y las serpientes. En el capítulo dedicado a los dragones, resume muy bien la evolución de esta fabulosa bestia.

En consecuencia, el conocido escritor Jorge Luis Borges, en su Libro de los seres imaginarios, lo primero que dice es: “El dragón posee la capacidad de asumir muchas formas, pero estas son inescrutables”. En otras palabras, la historia de los dragones es difícil de resumir. Sin embargo, lo intentaremos, como hemos dicho, a partir de los cuatro dragones de Torre Bellesguard.

El dragón que no es un dragón…

En primer lugar, hay que matizar que no todo lo que parece un dragón es un dragón. Por ejemplo, el grifo, tiene cabeza y patas de ave rapaz, como un águila. En otras palabras, no es una serpiente. Otra figura que se confunde con los dragones son los leones heráldicos, como los que vemos en el vestíbulo de Torre Bellesguard, y que, una vez más, no son dragones por carecer del aspecto serpentino original. Además, tampoco tienen alas, atributo que, a partir  de la Edad Media, acostumbrará a ser otro de los rasgos distintivos de los dragones.

El dragón maligno

En la antigüedad clásica, los dragones serpientes sin alas se enfrentaron a diferentes héroes como Hércules, o el mismo dios Apolo. En la Edad Media, los dragones serpientes con alas cambian de antagonista. Su nuevo enemigo serán santos y santas, o la misma Inmaculada, que a veces es representada pisoteando a una serpiente. El más conocido de todos ellos es Sant Jordi, pero hay otros, como Sant Miquel, o Santa Marta de Betania. En estas leyendas, de carácter hagiográfico, el dragón se convierte en sinónimo del Diablo por influencia del Libro del Apocalipsis, donde una “serpiente antigua” ataca a una mujer identificada con la Madre de Dios.

Alrededor del 1260, otro libro influirá aún más en el imaginario popular: La leyenda áurea de Jacobo de Varazze. Se trata de una colección de historias de santos, que disfrutará de un enorme éxito. Detrás de la Biblia, fue la obra más leída y copiada. Sus miniaturas serán la referencia para todos los cuadros y relieves posteriores de la leyenda de Sant Jordi, o de la mencionada Santa Marta de Betania.

Sin embargo, mientras la figura del santo, o de la santa, pronto se unifica con una iconografía invariable, la representación del dragón nunca será igual, como si cada artista quisiera rivalizar en creatividad con sus predecesores a la hora de darle forma a la terrible bestia. De esta manera,  el draco, -ōnis original adquirirá “la capacidad de asumir muchas formas”, y todas ellas se convertirán en “inescrutables”, como comentaba Jorge Luis Borges.

En la Torre Bellesguard, podemos ver una recreación de la leyenda de Sant Jordi y el dragón, en la escena principal del colgador de hierro forjado del vestíbulo de la casa. En ella, reconocemos la iconografía tradicional que ha servido de base para la festividad de Sant Jordi. El próximo viernes veremos los otros dragones de Torre Bellesguard, como el que asoma en la parte superior del mismo colgador. Hoy, para terminar, queremos desearles un feliz Sant Jordi y recordarles que nuestros dragones los esperan encantados para celebrar tan cautivadora jornada, y el resto del año. Ellos no se moverán de aquí. Están esperándoles…

Notas

(1) Martínez, Josep (2019) Drakcelona, Arola, Barcelona.

(2) Hoy en día, solo se pueden ver tres, porque el cuarto dragón está en terreno privado de un vecino. Por otro lado, Torre Bellesguard no esconde solo dragones sino otras criaturas imaginarias.

Garcés, Ferran (1/02/2024), “El Bestiario de Bellesguard III: Dragones y otras bestias fantásticas”, blog de Bellesguard.

(3) Borges, Jorge Luis (1990) El libro de los seres imaginarios, EMECE Editores, Barcelona, páginas 78-86

(4) Gonzalez, Teresa, y Alert, Fina (2011) El bestiario oculto del MNAC. Arte románico, MNAC, Barcelona, p. 31-34 (“dragón”) y p. 35 (“dragón apocalíptico”)

Los principales santos luchadores de dragones, además de Sant Jordi y Sant Miquel, son: San Bernardo, Santa Margarita de Antioquía, Santa Marta de Betania y San Silvestre.

(5) El dragón de Santa Marta se llama “tarasca”, o “Cuca Fera”, y este año es una de las principales piezas de la imaginería procesional de Barcelona.