¿Sabías qué?: Soluciones gaudinianas, estéticas y prácticas

Por: Ferran Garcés

“El gran libro siempre abierto y que hay que hacer el esfuerzo de leer es el de la Naturaleza”. Esta conocida frase de Antoni Gaudí hay que complementarla con el matiz de que la Naturaleza, para él, era un reflejo de la obra de Dios, como el fruto del ciprés que se convierte en motivo de inspiración por su característica cruz de cuatro brazos. Hemos hablado de ello en nuestro artículo anterior 

Ahora bien, la frase también hay que complementarla con otro matiz. La capacidad de observación de Gaudí no se limitaba al mundo natural y espiritual, sino también a cualquier otro ámbito. Hoy queremos recordar, quizás, el menos conocido, ya que ha quedado eclipsado por el binomio naturaleza/religión. Hablamos del ámbito práctico o funcional.

Este ámbito, además de en sus edificios, también influía en su día a día. Por ejemplo, cuando ya era mayor y le preguntaron por qué llevaba en invierno dobles medias y alpargatas, esta fue su respuesta: “La suela de la alpargata es el cáñamo dispuesto helicoidalmente y, por tanto, es un muelle o un resorte. Las medias de lana gruesa (hilos helicoidales ligados helicoidalmente) son otro muelle; las medias de dentro de las anteriores, de lana fina, son otro resorte de menor tamaño. Todo esto son elementos para el equilibrio de fuerzas de la piel, que se adelgaza con los años, y, como en el equilibrio está la vida, hay que procurar que exista en todos los detalles” (1).

 

Este interés por los detalles cotidianos se puede ver en muchos elementos de sus edificios, como la luz y la ventilación. Gaudí nunca dejó de estar con los pies en la tierra. Su geometría no es resultado sólo de la mera elucubración, más o menos “espiritual”. Al mismo tiempo, también se nutría de la observación de los detalles más cotidianos. En Torre Bellesguard, podemos ver un buen número de ellos.

 

El balcón: símbolo trinitario y sistema anti-lluvia

El balcón superior de la fachada principal representa al Padre de la Santísima Trinidad, junto con los otros dos balcones debajo de él. Sin embargo, al mismo tiempo, está a una distancia por debajo del nivel del suelo por dos razones: para que la barandilla de hierro forjado no obstaculice las vistas del jardín y para que, en caso de lluvia, el agua no entre al interior. En otras palabras, soluciones son gaudinianas, estéticas, espirituales y prácticas al mismo tiempo.

Las columnas inclinadas: “El bastón del paseante”

“Me preguntaron por qué hacía columnas inclinadas. Les dije: ‘Por la misma razón que el caminante cansado, cuando se detiene, se apoya en el bastón inclinado, ya que si se pone vertical no descansaría'” y precisa, más tarde, “En el mundo no hay una sola columna que sea vertical (aunque en innumerables ocasiones se hayan propuesto que lo sean); la naturaleza de las cosas demanda que sea inclinada; solo hay que estudiar hasta qué inclinación es admisible llevarla” (2).

Vemos un ejemplo de este razonamiento en el viaducto de la calle Bellesguard, justo en la entrada de la torre. Más tarde, Gaudí reproducirá columnas similares en la Colònia Güell y el Parc Güell.

La doble cubierta: “Sombrero y paraguas”

A primera vista, las dobles buhardillas de Bellesguard sorprenden por sus arcos de ladrillo de forma parabólica. Quizás resulta aún más sorprendente la respuesta que dio Gaudí para justificarlas: “Los edificios deben tener doble cubierta como las personalidades tienen sombrero y paraguas (…) Hoy las cubiertas deben ser, por lo tanto, no solo practicables (vigilancia, conservación y reparaciones), sino también utilizables” (3). Después, en la Pedrera, Gaudí volverá a repetir esta técnica, que, por un lado, permite disfrutar de la azotea y, por otro, actúa como regulador térmico y facilitador de la renovación del aire y la entrada de luz (4).

Otro aspecto práctico de estas dobles buhardillas es que son económicas. Esto nos lleva a recordar una frase del escritor Josep Pin i Soler, contemporáneo de Gaudí. En un artículo de La Veu de Catalunya, destacaba, sobre todo, no tanto la espiritualidad sino la lógica de su sistema constructivo. Después de resaltar cómo pensaba en cada detalle práctico, destaca su interés por el “gasto pecuniario, porque todo aquello que él construye, que a los no entendidos en construcción puede parecer un gran dispendio, resulta al contrario relativamente poco costoso por la forma en que da impresiones de riqueza con materiales modestos, de amplitud de dimensiones con superficies reducidas” (4). Este es el caso de las dobles buhardillas de Gaudí, dos habitaciones de ladrillos que, a pesar de ser un material tan sencillo y los aspectos prácticos que hemos enumerado, parecen, una, la inferior, la sala del trono de un rey, y la otra, la superior, el interior de la cabeza de un dragón (Sant Jordi, una leyenda convertida en arquitectura).

En resumen, como ya afirmábamos en el título, se trata de una geometría espiritual pero también práctica. Por eso, en nuestra audioguía, decimos: “Soluciones gaudinianas, estéticas y prácticas a la vez”. Sin embargo, en este artículo solo hemos hablado de algunas de ellas. ¿No quieres venir a conocerlas todas?

 

Notas

(1) Puig-Boada, Isidre. 1980. El pensamiento de Gaudí. Compilación de textos y comentarios, Barcelona, Publicaciones del Colegio de Arquitectos de Cataluña, p. 187-188.

(2)Ibíd, p. 153.

(3)Ibíd, p. 161.

(4)Para obtener información sobre la relación entre los dobles áticos de Bellesguard y La Pedrera, consulta:

https://www.lapedrera.com/ca/blog/la-modernitat-dun-castell-medieval

Sobre los áticos de Bellesguard, también se recomienda la lectura de: Giordano, Carlos, y Palmisano, Nicolás, (2015), Antoni Gaudí, Dosdearte Ediciones, Barcelona, p. 166-67.

(5) Torres Domènech, Joan, (2028) El Gaudí que no te han explicado, Cossetana Edicions, Barcelona, p. 51.